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martes, 1 de septiembre de 2015

Mi sentido pésame





En los momentos más difíciles de la vida, cuando necesitamos consuelo y acompañamiento, solo nos encontramos con frases reencauchadas que nos provocan más ira y desconsuelo que la misma situación que enfrentamos. Empecemos por partes y creo que la peor es cuando uno pierde a un ser querido, momento en el que preferiríamos el silencio a escuchar las múltiples sandeces que dice la gente. (Ver Mi Testamento)

La primera es “lo siento mucho”. Frase totalmente ajena a la realidad porque nadie siente lo que uno en ese momento, salvo la familia. “Ahora tienes un ángel en el cielo que te cuida”, en el momento de ese dolor tan infinito en el que uno se niega a aceptar la pérdida lo último que le puede interesar es que el ser querido sea un ángel, pues lo único que añoramos es la presencia física de esa persona.

“No merecía morir”, morir no es de merecer o no, para esa gracia entonces “tampoco merecía nacer”. Ambas son condiciones naturales y “si nacemos, lógicamente, algún día tenemos que morir”.

Claro que no crean, cuando soy yo la que tiene que dar el pésame pienso “como qué digo“, seguido de “hmm…qué vaina, no…qué pesar”. Por eso, cuando visito a los dolientes opto por abrazar sin musitar palabra porque, de lo contrario, juro que la cagaría.

Por lo general, cuando la muerte es intempestiva la frase que se escucha es “Dios lo quiso así” o “uno no se muere la víspera”…lo triste es que con ellas no se encuentra consuelo, sino una especie de resistencia al oírlas.

Pero el desconsuelo para quienes sufren una tusa no se queda atrás. “Ay mija, ese hombre no le convenía, usted era mucho para él”. En ese momento a uno qué le va a importar si uno era mucho o poco, lo único que uno quisiera es estar con el susodicho, sea gordo o flaco, feo o hediondo, es lo de menos. “Dios sabe cómo hace sus cosas, eso más adelante iba a ser peor” si uno está llorando es porque, por simple lógica, estaría mejor con esa persona y no sin ella.

“Usted va a encontrar al que se merece, alguien que de verdad la valore porque usted vale mucho” y entonces si uno se encuentra a un desgraciado es porque también se lo merece, lo que significaría que no vale nada.

Para los desempleados también sobran frases de solidaridad y por qué no de consuelo. Cuando la persona se empieza a quejar de su desgracia, no falta el idiota que le dice “hay que agradecer que uno está completico”. Yo diría que ni tan completico con esa billetera pelada.

“Lo importante es que tiene salud, lo demás vendrá por añadidura”. Eso no hay rollo, con salud puede pagar pensiones de colegio de sus hijos, hacer mercado, llevar el desayuno…”Eso no se preocupe que al que le van a dar, le guardan” y ¿al qué no le van a dar? Pues no le guardan y se jode.

“No hay mal que por bien no venga” y quién me asegura que el bien va a llegar. Además lo que necesita esa persona no es un bien, es empleo que le garantice su supervivencia y la de los suyos, pero como “Dios sabe cómo hace sus cosas”, entonces dejémoslo a Él que obre por la felicidad de los alrededor de siete mil millones de habitantes del planeta Tierra, sin preguntarnos por qué sino para qué, porque lo que “es tuyo, nadie te lo quita” y "así se cierre una puerta, muchas más se abrirán".


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