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lunes, 1 de mayo de 2017

Para morirse no hay sino que estar vivo



Por: @CamiNogales 



La muerte de Martín Elías, con 26 años, lleno de vida, sano y talentoso, nos comprobó lo que todos sabemos, pero que siempre negamos, que la única certeza que tenemos en la vida es la muerte. 

No sé por qué nos creemos infalibles y que ni a nosotros, ni a los nuestros, nunca nos pasará nada. Es como un ego que nos hace creer inmunes ante las tragedias que solo viven los demás. Accidentes, enfermedades terminales, infartos a temprana edad, suicidios…nos hacen conmover ante el dolor ajeno y despiertan la curiosidad morbosa de quienes llevan el dolor porque “pobrecitos ellos”. El coma le da a Cerati, el accidente automovilístico le ocurre a Martín Elías, el infarto a Jairo Varela, el suicidio a Lina Marulanda y el cáncer a la ‘Prima Donna’, pero a nosotros, nada.

La cruda realidad llega tarde o temprano y ahí es cuando nos lamentamos por lo dura e injusta que es la vida y creemos que estas tragedias solo nos pasan a nosotros, pero mentiras, hay miles de historias similares como también diferentes formas de partir de este mundo y simplemente cuando tienen que pasar, pasan. A veces muy tarde, a veces temprano, pero siempre queda una insatisfacción porque siempre creemos que es en el momento más inoportuno. 

Vemos la muerte como una injusticia, la enfermedad como un castigo, el accidente como una desgracia y se nos olvida ver lo más importante y es que la vida es una oportunidad. Si adquiriéramos esa conciencia de que cada día que pasa es un regalo, seríamos tan diferentes, porque cuando la muerte llega no le importa si hay planes presentes o futuros, si hay sueños, si hay seres queridos, simplemente llega de repente. 

La muerte es algo natural, como el nacimiento, son procesos de la vida y no entiendo la razón por la que dejamos de hacer lo que realmente nos gusta por “tener que” y cuando estemos postrados en una cama, sin una sola esperanza, solo cabrá el arrepentimiento por hacer lo que los demás decían que era correcto, pero que no era nuestra felicidad. 

Cuántas parejas infelices duran hasta la muerte porque así tenía que ser, otros trabajando y acumulando dinero que se pierde al final, un clóset lleno de ropa nueva, peleas irreconciliables con sus seres queridos, orgullos que impiden decir lo que se siente para no mostrar nuestra debilidad. 

En fin, son tantas situaciones que reflexionamos cuando perdemos o estamos a punto de perder a un ser querido, pero que se nos olvidan con el paso de los días en los que no elegimos, sino que seguimos viviendo la vida olvidándonos de que así como parecemos fuertes, somos tan vulnerables que, en cualquier momento, partimos de acá sin ser felices, sin decir un te amo y sin pedir perdón porque para morirnos solo tenemos que estar vivos.