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martes, 3 de mayo de 2016

El trabajo frustrado


Por: @CamiNogales 


Son pocas las personas que realmente están a gusto con su trabajo, pero tampoco pueden darse el lujo de dejarlo porque lo que necesitan para sobrevivir. Eso es lo triste del tema, la vida es una y solo nos dedicamos a sobrevivir, en lugar de vivir.

Aunque pareciera que estuviera parafraseando a Jorge Duque Linares, esta es la pura realidad. Cantantes, profesores, actores, bailarines, policías y comediantes eran algunos de nuestros sueños que abandonamos por seguir una carrera profesional ‘digna’. Sin embargo, esas frustraciones salen a relucir a cualquier hora, momento o lugar.

El éxito de los karaokes radica en la frustración de todos aquellos que soñaron con cantar y se dedicaron a un mundo opuesto. Y es allá, donde, con unos tragos en la cabeza, se les sale el Carlos Vives o la Shakira que llevan dentro y cantan con el alma como si fueran protagonistas de un concierto en el Madison Square Garden. Claro que esto también se repite en la ducha, en conciertos, en la casa, en el carro o en cualquier lugar donde el frustrado canta como si fuera la última canción de la vida.

Las ganas de pararse frente a un tablero y enseñar, mueren en el mismo momento en el que crecemos, buscamos trabajo y nos damos cuenta de esos sueldos tan miserables que ganan los profesores en Colombia. La vocación llega hasta donde el dinero lo permite y esa es la principal razón de la huida, la cual se pone solo en práctica con los niños de la familia.  

Ser actriz o actor de teatro es el sueño que se acaba en el mismo momento en que nuestros padres dicen que debemos ser alguien en la vida, lo que significa que Leonardo Di Caprio, Hillary Swank o Charlize Theron, entre otros, no son nadie.

Pues ya quisiéramos ser nadie como ellos, pero a quienes caímos ante semejante amenaza nos tocó coger otro camino y ser alguien, con mucha menos plata que los citados anteriormente. Así que nuestro talento histriónico toca aplicarlo en el trabajo, en la casa y con nuestras parejas que es con quienes desarrollamos realmente esas capacidades de gritar, llorar y reír, todo en menos de 10 minutos.

Bailar es un arte que se convirtió en profesión, camino que los reprimidos, a los que les encanta, no fueron capaces de tomar. Esos son los que llenan las clases de rumba de los gimnasios y confunden las sillas de los bares con tarimas. Mueven el esqueleto como si no hubiera un mañana y, al despertar al día siguiente, amanecen con desgarros, espasmos y demás lesiones musculares.

Que levante la mano el que no soñó con ser Policía y con portar ese uniforme, pero le faltó decisión para servirle a la comunidad. Cuando eran niños, querían agarrar a los malos y luchar por la justicia, y ahora que son adultos, los consideran sus victimarios. Ellos son el “costeño tenía que ser” de las profesiones porque siempre serán los culpables cuando detienen a alguien conduciendo ebrio, ponen orden a cualquier alteración del orden público o cogen a un ladrón.

A los que quisieron ser futbolistas y se conformaron con jugar banquitas en el barrio y juegan en canchas sintéticas, lamento informarles que ahora los más millonarios y cotizados en el mundo son los futbolistas. Ellos se contentan en su cama viendo partidos y tirándoselas de directores técnicos, criticando a los futbolistas por jugadas obvias que ellos sí podrían hacer.


Los comediantes frustrados son los que hacen chistes bobos a sus amigos, compañeros de oficina y familiares todo el día, cual estudiantes de bachillerato en pleno salón de clase. Lo que ellos no supieron es que ahora es posible formarse, hacerlo y ganarse un 'platal' por presentación como ha ocurrido con unos cuantos.


Lo cierto es que ahora los frustrados solo lo son porque así lo eligieron, pues cualquier camino que se tome siempre será rentable si hay disciplina y vocación. 

lunes, 19 de enero de 2015

Lo que soñé




Por @CamiNogales 

Desde chiquita siempre tuve sueños y, obviamente, diferentes respuestas a la pregunta: “¿qué quieres ser cuando grande?” La primera de ellas fue contundente: cantante. Desde que tengo uso de razón soy melómana, la música es el centro de mi vida, pero ese sueño se fue desvaneciendo por mi tono de voz que no se ajustaba a los parámetros de ese entonces.

Evidentemente no tenía voz de niña, todo lo contrario, mi voz era (y sigue siendo) de niño y, por esa razón, me sacaron del coro del colegio. Así las cosas me fui despertando de ese sueño que solo cumplo cuando estoy en la ducha. Sin embargo, cuando voy a un concierto y recuerdo que este sueño sigue latente en mi, sé que en mi otra vida Madonna me quedará en pañales.

Después de leer un comic en el que Tribilín era detective y descifraba acertijos, opté por comprar una lupa y comenzar a desarrollar esta actividad que era la que quería llevar a cabo el resto de mis días. Así las cosas, descubría, a través de sus huellas, que mi mamá iba del cuarto a la cocina, de la cocina al baño y luego volvía a su cuarto. La tenía totalmente rastreada. Pero este sueño se acabó el mismo día en que la lupa se me salió de las manos y quedó hecha añicos.

Fui creciendo y mi gusto por la música ídem, entonces me dije a mi misma: “mi misma, si no puede cantar, pues baile”. Con mi mejor amiga nos inventábamos coreografías y luego las presentábamos en el colegio. Modestia aparte, no lo hacíamos nada mal, pero esto se acabó en el mismo momento en que me comenzaron a despedir, aun no entiendo la razón, de todos los establecimientos escolares. Aunque no les niego que todavía ras tas teo, reggaetoneo, rockeo…y hasta les hago el paso del embolador, del champú, no es sino que pidan y se les tiene.

Mis papás intentaron meterme a clases de guitarra, las cuales iban en detrimento de mi sueño que era el de ser baterista. Pero ya era suficiente con la bulla que yo hacía en la casa, para  imaginarse lo que sería de la vida de mi mamá y mi hermana no solo conmigo, sino con una aprendiz de batería. Sin embargo, si hubieran previsto lo que podría pasar después, sé que la hubieran preferido. Ahora ya no hay tiempo de llorar, pero sí de soñar con que Tree Cool, baterista de Greenday, es la extensión de mi otro yo.

También quise ser escritora y para la muestra están mis diarios. Todas las noches llegaba a mi casa, cogía un esfero y un cuaderno en el que quedaban consignadas mis intimidades. “Hoy me levanté a las 5:00 a.m., me bañé, desayuné y me recogió el bus del colegio en el paradero…vi a mi traga, que no me quitaba la mirada, y luego me dijo hola y se fue”. Eran unos escritos literarios con un contenido muy profundo, que seguramente serán publicados cuando haya pasado a mejor vida.

Me gradué del colegio y decidí estudiar ‘Teatro’, decisión que fue cambiada por el promotor de mis estudios: mi papá. Él me dijo, palabras más, palabras menos, "primero estudie una carrera y después haga lo que se le dé la gana". Pues yo estudié la carrera y no hice lo que me dio la gana si no, como cualquier mortal, buscar trabajo en lo que había estudiado.

Mis pinitos como actriz los he hecho, de vez en cuando, con algunas mentiritas piadosas que la vida me ha obligado a decir, las cuales me debo creer y que, paso seguido, debo interpretar. Esas no las puedo contar por acá porque quedaría en evidencia, pero créanme que mi talento es innato.

El gimnasio me hizo soñar con ser profesora de aeróbicos. Antes de dormir yo ya no contaba ovejas sino que recordaba los pasos de la clase del día: paso en v, mambo, skip y grapvine, entre otros. Toda mi vida la contaba en cuatro tiempos y en mi cabeza iba creando coreografías, hasta que, por fin, conseguí trabajo y ocupé mi mente en lo políticamente correcto: mi profesión.

Quise ser comediante y, por esta razón, este blog lo convertí en un libreto de un stand up comedy. Me lo tomé muy en serio, lo ensayaba y trabajaba, pero revolví temas conyugales con la producción del mismo, y mi stand up, que pretendía hacer reír a los demás, transformó mi casa en una batalla campal, y me causaba todo menos gracia. Entonces para evitar un desenlace más trágico que el de Romeo y Julieta, quedó inconcluso.

Ya ha pasado mucho tiempo y mis sueños están aquí, latentes. Así que quién me dice a mi que no puedo ser cantante (así sea de rancheras), bailarina de reggaetón, baterista, profesora de aeróbicos, investigadora privada, extra con parlamento, escritora de un blog y hasta montar un stand up bajo mi propia producción.