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viernes, 6 de octubre de 2017

La corrupción nace de la mala educación

Foto @lisreyess

Por: @CamiNogales

Los corruptos de ahora fueron los niños perezosos de ayer, esos que no estudiaban para los exámenes, pero pasaban todas las materias porque se copiaban de sus compañeritos de clase. El que se robaba un dulce en la tienda es el que hoy atraca un banco a mano armada. 

Ese que soñaba con que le lloviera plata del cielo es el narcotraficante de hoy o el que se encontró con una guaca y despilfarró su contenido. La que compraba votos con chocolatinas para ser elegida personera del colegio, terminó haciendo alianza con los paramilitares para ser elegida congresista, la misma que compró tamales para coaccionar a sus votantes o pagó 20 mil pesos por cada voto. 

Esa bonita que se levantaba a los profesores para pasar la materia, es la misma ‘trepadora’ que hoy se lo da a sus jefes para ascender. Ella es capaz de desaparecer a su mismísima madre, de ser necesario, porque qué pereza trabajar y esperar el proceso normal, de altibajos, del desarrollo profesional. 

El niño millonario, al que los papás le demostraron su afecto solo con dinero, ese que no conoció los límites, es el que comete tantos excesos que lo lleva hasta cometer homicidios, con la connivencia de su familia porque “pobrecito el muchachito, no sabía lo que hacía”. Algunos, no todos, aclaro, de apellidos de ‘alta alcurnia’ creen que con tenerlo es suficiente mérito para obtener contratos y consideran que el pago de las cuentas de cobro es un tributo a su apellido. 

El que falsificó la firma de la mamá para una tarea del colegio, es el mismo que compró el diploma de bachiller, de pregrado, postgrado y luego, con esos títulos, se posesionó en un alto cargo que le quedó grande pero que le dio poder. Ese que descubría alguna maldad de un compañerito del colegio y lo extorsionaba a cambio de su silencio, es el que, cuando adquiere el poder necesario para contratar personas, les pide un porcentaje mensual del salario. Esos vagos que pagaban por sus trabajos en la universidad y no son capaces ni de pasar una hoja de vida para conseguir una oportunidad laboral son los que pagan, con gusto, una cuota de su contrato por el mismo. 

Al que quiso adelgazar, de la noche a la mañana, con una liposucción, es el mismo que resulta positivo en pruebas de doping porque no fue capaz de entrenar con juicio para lograr sus objetivos.

En fin, son tantos casos de corrupción, congresistas que compran votos, magistrados que sobornan, narcotraficantes, todos ellos tienen un denominador común. Son personas que no quieren mover un dedo y quieren agarrar el mundo con sus manos sin hacer un mínimo esfuerzo, y eso es lo que nos tiene jodidos. Eso no se enseña en el colegio, ni en la universidad, se aprende en la casa, no con lora, sino con el ejemplo que nos dan nuestros papás.


   

domingo, 20 de agosto de 2017

Escribir para vivir




Por: @CamiNogales


No sé qué sería de mi vida sin escribir. Seguramente estaría muy aburrida o mi salud mental empeoraría considerablemente. No sé si lo hago bien, regular o mal, lo que si sé es que, desde que tengo uso de razón, ha sido mi mayor distracción y mi mejor terapia. 

Contrario a mis compañeritos de colegio, amaba que me castigaran poniéndome planas: “No vuelvo a hablar en clase”, cincuenta veces, era el mejor parche para una tarde después de llegar al colegio. Esa era la única tarea que hacía, a conciencia, y realmente disfrutaba. Rayaba todo lo que me era posible y, desde entonces, teniendo en cuenta mi timidez, esa ha sido mi mejor herramienta de comunicación. 

A veces quiero decir muchas cosas y, cuando tengo ese alguien al frente, no puedo. En cambio, si tuviera un computador o un esfero, porque asumo dignamente que preferiría toda la vida seguir escribiendo a mano y con esferos de colores, pero los avances tecnológicos me lo impiden, mi mensaje fluiría. 

Como en segundo de primaria comencé a escribir diarios, los cuales me gustaría tener en mis manos para saber qué era lo que escribía. Solo recuerdo, ya adolescente, con una traga del colegio, que escribía todos los pormenores de  ese amor: “hoy llegué al colegio, me miró, pero no me saludó, aunque se me salía el corazón, yo me hice la loca…” Me imagino que todo era por el estilo. Escribí canciones, pero como mi voz no me dio para cantarlas, desaparecieron. 

Cuando era fan de Menudo, aproveché esta facultad para escribirles una carta, que me gustaría tenerla en mis manos, pues hoy no tengo idea cuántas sandeces escribí. Ellos me respondieron (una fotocopia), que yo creí que era solo dirigida a mi, conmovidos por la confesión de mis sentimientos hacia ellos. Lamentablemente no fue así. 

En mi primer tratamiento con un bioenergético, él descubrió que la mejor forma para exorcizarme no era con agua bendita, sino dejándome tareas escritas para cada sesión y con esos textos semanales fue posible sacar y tratar estos diablitos internos que nunca hubiera descubierto hablando, simplemente porque no habría podido sacarlos de esa forma. 

Empecé a escribir una novela en un computador un poco viejo que se perdió cuando éste decidió pasar a mejor vida. Estudié Comunicación Social porque quería dedicarme a escribir, aunque la vida me ha llevado por otros campos que no me interesaba descubrir, la base de todo ha sido la escritura. 

Mis agendas en la universidad parecían todo menos una agenda universitaria. En ellas no anotaba los trabajos que debería hacer, sino mis anécdotas diarias que se quedaron en la basura recogida en cada uno de los trasteos que he hecho en mi vida. 

Empecé este blog porque, viviendo en un mundo tan cuadriculado, me despejo escribiendo otras cosas poco trascendentales. Por ese mismo motivo decidí aprender stand-up comedy y, aunque la base de esta profesión es la escritura, todo está bien hasta que llega el momento de decir la rutina. Y pese a que el chat es tan impersonal para mi, en algunos casos, es mucho mejor hablar por esa vía en lugar de hacerlo telefónicamente. 

Como esta es una necesidad básica en mi vida y solo aquí me doy licencia de escribir lo que me dé y como me dé la gana, sin que nadie me dé una línea para hacerlo, compré otro dominio http://caminogales.com.co solo para que no me pase lo mismo de antes, y no pierda todo lo que he escrito y pueda tener un espacio que me permita satisfacer esta necesidad. 


jueves, 29 de junio de 2017

13 Reasons Why



Por: @CamiNogales 

Este post no es precisamente una crítica de la serie de Netflix que, por cierto, me agarró, ni tampoco son las 13 razones por las cuales me suicidé porque aquí sigo vivita, sino más bien son 13 razones de lo que no haría en la vida. 

1) No me inyectaría bótox porque, aunque sí cumple con el objetivo de eliminar las arrugas, hay que hacerlo constantemente, lo que trae como consecuencia la parálisis del músculo y pues para la muestra el aumento del volumen de los  pómulos que contrasta con las arrugas del cuello y termina convirtiendo a las mujeres, que se realizan este procedimiento, en ‘mostretes’. La verdad prefiero envejecer digna y naturalmente. 

2) Tampoco me inyectaría ácido hialurónico en mi cuatro letras porque, pese a que carezco de ese atributo, prefiero matarme haciendo sentadillas que parecer con dos bombas de agua por detrás. 

3) No iría a un bar swinger ni loca porque me negaría a ver a mi pareja con otra persona y tampoco estaría con otra persona que no fuera mi pareja y menos en frente del personaje (del mismo modo y en el sentido contrario). Mejor dicho, no quiero extenderme en argumentos porque se me sale el Alejandro Ordóñez que llevo dentro.

4) No sería anoréxica porque, a pesar de mi obsesión por adelgazar, si hay algo que no puedo hacer es dejar de comer o aguantar hambre. Bulimia sí, pero anorexia nunca en la vida. 

5) La liposucción, aunque en una época estuvo en mis planes, dejó de estarlo porque la única solución al sobrepeso, con o sin lipo, es la disciplina que se traduce en una dieta saludable y ejercicio. De lo contrario vuelve uno a su estado normal, con cintura pero con las Michelin que se redistribuyen en el resto del cuerpo.

6) No trabajaría en una funeraria porque soy la persona más cobarde del mundo. Se muere un ser querido y no puedo dormir no solo por la tristeza sino porque me da mucho susto que tenga algún tipo de manifestación. Aprovecho para recordarles que si se van de este mundo, dejen así, váyanse sin despedirse, yo entenderé. Gracias. Si ese miedo lo siento con mis conocidos, no me imagino con los desconocidos. Además lloraría cuanto muerto llegara a la funeraria. 

7) No me tomaría un trago no por asceta, sino porque no me gusta, de hecho sabe feo, ni me entra. ¿La razón? El cupo destinado para este líquido, en mi organismo, lo superé como a los 30 y todavía tengo guayabo acumulado. 

8) Si hay algo que va en contra de mi naturaleza es el silencio y, aunque sé que “la prudencia hace verdaderos sabios”…de sabiduría poco. 

9) No competiría en el Tour de Francia porque no sé montar bicicleta 

10) No volvería a Tinder no solo porque Rafael Uribe dijo que este “es el puteadero más grande del mundo y además es gratis”, sino que es la forma más impersonal de conocer manes que piensan que uno está en esa red por necesitado y pues NO. 

11) No protagonizaría una película porno por las mismas razones que Viviane Morales tampoco lo haría. 

12) No estaría con una mujer porque me gustan los hombres 

13) No votaría en elecciones por Iván Márquez, Timochenko o cualquier exguerrillero de las FARC porque, aunque me parece bien que hayan firmado la paz, mi memoria sigue intacta


lunes, 1 de mayo de 2017

Para morirse no hay sino que estar vivo



Por: @CamiNogales 



La muerte de Martín Elías, con 26 años, lleno de vida, sano y talentoso, nos comprobó lo que todos sabemos, pero que siempre negamos, que la única certeza que tenemos en la vida es la muerte. 

No sé por qué nos creemos infalibles y que ni a nosotros, ni a los nuestros, nunca nos pasará nada. Es como un ego que nos hace creer inmunes ante las tragedias que solo viven los demás. Accidentes, enfermedades terminales, infartos a temprana edad, suicidios…nos hacen conmover ante el dolor ajeno y despiertan la curiosidad morbosa de quienes llevan el dolor porque “pobrecitos ellos”. El coma le da a Cerati, el accidente automovilístico le ocurre a Martín Elías, el infarto a Jairo Varela, el suicidio a Lina Marulanda y el cáncer a la ‘Prima Donna’, pero a nosotros, nada.

La cruda realidad llega tarde o temprano y ahí es cuando nos lamentamos por lo dura e injusta que es la vida y creemos que estas tragedias solo nos pasan a nosotros, pero mentiras, hay miles de historias similares como también diferentes formas de partir de este mundo y simplemente cuando tienen que pasar, pasan. A veces muy tarde, a veces temprano, pero siempre queda una insatisfacción porque siempre creemos que es en el momento más inoportuno. 

Vemos la muerte como una injusticia, la enfermedad como un castigo, el accidente como una desgracia y se nos olvida ver lo más importante y es que la vida es una oportunidad. Si adquiriéramos esa conciencia de que cada día que pasa es un regalo, seríamos tan diferentes, porque cuando la muerte llega no le importa si hay planes presentes o futuros, si hay sueños, si hay seres queridos, simplemente llega de repente. 

La muerte es algo natural, como el nacimiento, son procesos de la vida y no entiendo la razón por la que dejamos de hacer lo que realmente nos gusta por “tener que” y cuando estemos postrados en una cama, sin una sola esperanza, solo cabrá el arrepentimiento por hacer lo que los demás decían que era correcto, pero que no era nuestra felicidad. 

Cuántas parejas infelices duran hasta la muerte porque así tenía que ser, otros trabajando y acumulando dinero que se pierde al final, un clóset lleno de ropa nueva, peleas irreconciliables con sus seres queridos, orgullos que impiden decir lo que se siente para no mostrar nuestra debilidad. 

En fin, son tantas situaciones que reflexionamos cuando perdemos o estamos a punto de perder a un ser querido, pero que se nos olvidan con el paso de los días en los que no elegimos, sino que seguimos viviendo la vida olvidándonos de que así como parecemos fuertes, somos tan vulnerables que, en cualquier momento, partimos de acá sin ser felices, sin decir un te amo y sin pedir perdón porque para morirnos solo tenemos que estar vivos. 

jueves, 9 de marzo de 2017

¿Morir o prevenir?





Cuando vi que había una línea de atención al suicidio, pensé que no serviría para un carajo. O sea decido matarme, alisto los elementos necesarios para ese fin, pastas, un cuchillo, una pistola o una cuerda, según el caso, pero cinco minutos antes decido llamar a la línea antisuicidio, no encuentro el teléfono, navego por Internet y hasta que encuentro el  01 8000 113 113, llamo, espero que me contesten y luego cambio de opinión.

Claramente considero que una línea de estas no sirve para nada porque quien decide acabar con su vida, no avisa y simplemente hace lo que tiene que hacer. Todos los casos de suicidio tienen un denominador común y es que toman por sorpresa a los seres queridos porque el que se suicida actúa premeditada y silenciosamente.

Se me vienen a la mente tres casos de suicidios que demuestran que quien haya tomado esa decisión, la planea con cabeza fría y nada ni nadie lo va a detener. Uno piensa que si, en ese momento, los seres queridos, en especial, la mamá se le pasa a uno por lo mente, se frustra el plan. Pero no, Lina Marulanda nos demostró que la presencia de su mamá en la casa no fue un impedimento para acabar con su vida a pocos metros de ella.

Otra teoría es que quien tiene hijos no es capaz de suicidarse por el temor de dejarlos solos en la vida. Para la muestra que ese es otro mito, el empresario que viajó fuera del país solo para cumplir ese objetivo y dejó a dos hijos chiquitos, pero su desesperación, por el motivo que sea, fue superior.

Tampoco la edad es un obstáculo, el actor Robin Willliams, a los 63 años, decidió acabar con su vida a pesar de su esposa y tres hijos. Así podría seguir enumerando casos que, aunque diferentes, su denominador común es que el que se quiere suicidar, simplemente lo hace y no hay poder humano que lo impida.

Es algo en el interior que debe superar hasta nuestra naturaleza humana en la que siempre prevalece nuestro instinto de supervivencia. Si nos caemos, ponemos las manos para protegernos, evitamos el dolor a toda costa y todo lo que nos hace daño y tampoco nos gusta sentirnos enfermos.  

Nunca he sabido si se trata de valentía o cobardía. En algún momento de mi vida, sumida en la depresión contemplé esa opción, pero pensar en mis seres queridos y en hacerme daño a mi misma me hizo desistir, aunque no de los pensamientos, sí de llevarlos a la práctica porque me sentía totalmente incapaz de hacerlo.

Es por esto que no entiendo qué puede pasar por la cabeza de alguien que opta por esta salida que reta nuestra  naturaleza humana.

Lo peor es que ahora Internet es un aliado para este fin, ‘googleando’ descubrí títulos como estos: “alguna pastilla para suicidarse sin dolor”, “formas de suicidio rápido”, “suicidarse sin dolor y vuelta atrás”, “pastillas que matan sin dolor”, “cómo morir durmiendo sin dolor”. La verdad no fui capaz de abrir estos enlaces porque de solo leer estos títulos, me dio escalofrío.

Esa sería la única consulta que yo creería que un suicida haría antes de cometer este acto, pero lo que sí puedo estar segura es que nunca llegará a llamar a la línea antisuicidio, porque el que amenaza y dice que se va a suicidar lo hace como chantaje emocional y no actúa.

Mientras que la persona que realmente se suicida no despierta sospechas en sus seres queridos que nunca logran entender qué hicieron mal para que esto ocurriera, ni por qué esa persona lo hizo y se culpan de una decisión autónoma que les llevó a acabar con lo que tanto los hacía infelices: vivir. 

lunes, 20 de febrero de 2017

Porque te quiero, te aporreo


Por: @CamiNogales


Las noticias de maltrato a la mujer, violencia intrafamiliar y feminicidios son pan de cada día que, obviamente, deben ser rechazados categóricamente. Pero nunca se ha hablado del complejo trasfondo que hay, en el contexto de una mujer, cuando permite que esto ocurra.

Lo digo con conocimiento de causa de mujeres que han  permitido que sus parejas las agredan física, verbal y psicológicamente. Recuerdo a alguien a quien su novio maltrataba y cuando un amigo intervenía para evitar que la agresión continuara, ella clamaba para que no intercediera, argumentando que se trataba de un problema solo de la pareja. Al día siguiente, su novio era el mejor porque le compraba la pomada para el ojo morado y le ponía hielo en su labio hinchado, entre otros.

También conocí a otra a la que novio que se conseguía, novio que le pegaba, lo cual nunca entendí. Lo más raro del asunto es que, quienes fueron sus parejas, en ese entonces, nunca habían actuado de forma similar con sus exnovias. Esto me hacía preguntarme qué era lo que ella hacía, consciente o inconscientemente, para que siempre se repitiera la misma historia.

La violencia de un hombre hacia una mujer no aparece de forma intempestiva, pero las mujeres, por temor, por apegos o por las razones que sean, no se atreven a tomar decisiones oportunas, hasta que llega el momento en que la situación se vuelve irreversible.

Todo empieza con insultos, faltas de respeto, propiciadas no solo por el hombre porque debemos reconocer que nosotras, a veces, también perdemos el control. Aclaro que no digo, de ninguna manera, que no repudie la violencia contra la mujer, obvio que sí lo hago y categóricamente, pero lo cierto es que estas agresiones no ocurren de un día para otro y hay muchas señales que nos anticipan lo que va a suceder.

La agresividad no se puede ocultar y, por lo general, las denuncias ocurren solo después de varias ‘golpizas’ o de desenlaces trágicos. Aunque existe el temor para denunciar, la mayoría de veces las mujeres no lo hacen porque creen estar enamoradas del agresor y siguen permitiendo que esto se repita hasta que la situación se vuelve insoportable.

Sin embargo, quienes están seguras de sí mismas, a la primera agresión, son capaces de cortar todo de raíz, aunque no hay que juzgar a las que no lo hacen. La permisividad de ellas radica en la relación que hayan tenido con su papá. Por lo general, quienes han sufrido de abandono, indiferencia o maltrato por parte de su padre, relacionan el amor con lo que recibieron de esta figura paternal y tienden a buscar y a encontrar, inconscientemente, las mismas conductas en los hombres que escogen como parejas.

Toda esta información impide que la persona, a pesar de su conciencia de la dificultad de relación en la que está envuelta, no es capaz de acabar con eso que le está haciendo daño. Esto es como el gordo que tiene clarísimo que, para adelgazar, debe hacer dieta, pero sus conflictos psicológicos le impiden actuar al respecto.

Es mucho más complejo de lo que parece. Por esto, las denuncias que hagan sobre este tema en particular, no solucionan la problemática de raíz. Es indispensable una terapia psicológica para la ‘agredida’ y también para el ‘agresor’ que, en algunos de los casos, repite inconscientemente lo que vio en su casa.  


“Porque te quiero, te aporreo”, esa es la información que muchas tienen en su subconsciente y por eso, una vez adultas, aún tienen la posibilidad de trabajar en la superación de esos traumas de la niñez que les ha impedido conseguir a una pareja que realmente las ame y que esté a la altura de lo que cualquier ser humano merece: amar y ser amado incondicionalmente. 

jueves, 9 de febrero de 2017

El dolor de los 'cachos'



Por: @CamiNogales


Cada vez que hablamos de ‘cachos’ pensamos en las infidelidades de pareja, pero me voy a referir a unos que duelen mucho más. En política ocurren a diario, por solo citar un ejemplo, son los cachos que está planeando ponerle el expresidente Álvaro Uribe  a Óscar Iván Zuluaga, con Iván Duque. Después de que hace cuatro años lo respaldó irrestrictamente, y de que éste ha sido incondicional con él, ahora lo cambia por Duque.

Uribe también fue víctima de los mismos cachos de parte del presidente Juan Manuel Santos, ‘tusa’ que ya cumplirá ocho años y en la que manifiesta el mismo dolor que en un principio.

Todo esto se convierte en un círculo vicioso, o qué me dicen de las historias de capos del narcotráfico que todas son similares a la de alias ‘Jabón’, que huyó a Venezuela, donde se alió con militarse venezolanos y sus supuestos aliados, lo asesinaron. Estas traiciones son peores que los cachos comunes.

Pero, en mi concepto, los peores fueron los que alias ‘Monoleche’ y Vicente Castaño, hermano de Carlos Castaño, le pusieron a él. El protegido y hombre de confianza, y su hermano, se aliaron para matarlo.

Aunque los cachos de la pareja duelen, el riesgo siempre está ahí, pero el de un amigo, un socio o un familiar, uno no se lo espera. A quién de ustedes no le quitó el novio una amiga…¿qué le dolió más? ¿el novio o la amiga?

Obvio la amiga porque a ella le confiamos nuestros secretos del alma y del corazón. A mi juicio la amistad siempre será más importante que un noviazgo porque creo que perdura por siempre, por eso cada desilusión que he tenido en ese sentido ha sido más dura que una tusa. 


Aunque es muy triste, en este mundo del sálvese quien pueda, he conocido personas que por un trabajo, plata o poder, no solo son capaces de poner los cachos, sino de matar, al peor estilo de los capos, a su mejor amigo con tal de alcanzar su objetivo. Es por eso que hay que tener mucho cuidado para escoger lo que entregamos y a quién se lo entregamos, para que, ‘por si los cachos’, no suframos tanto. 

domingo, 22 de enero de 2017

Las cagadas en las redes





Una cosa son los errores involuntarios que se cometen en redes sociales como el político que, gracias a mi, escribió “el país de La Habana” en su cuenta en twitter y lo ‘trollearon’ varias semanas gracias a este ‘lapsus’ geográfico, mientras que otras son las afirmaciones desproporcionadas que han hecho personajes públicos, intencionalmente, de las cuales después se arrepienten.

Este post está inspirado en la cagada de la periodista Vanesa de la Torre durante la posesión de Donald Trump, al referirse a Melania, su esposa. El trino que, posteriormente, fue borrado por la periodista decía: “Llegar de puta a los Estados Unidos y terminar de primera dama”, pero ahí no terminó el tema, pues cuando Gabriel de las Casas citó este trino, ella afirmó que ese era “el verdadero sueño americano”. Al respecto, el periodista Gustavo Rugeles la criticó y ella respondió: “sí y? ¿es que ser puta tiene algo de malo? Yo no le veo nada de malo, es un hecho”. Aquí se cumple, al  pie de la letra, el dicho “entre más habla, más la caga”.

Sin embargo, después de varios insultos de los que fue objeto la periodista en redes, no tuvo alternativa diferente a disculparse por el “comentario desobligante y ligero sobre Melania Trump. No quise ser ofensiva con la condición femenina ni mucho menos, y esta experiencia me enseña a no disparar frases sin darle vuelta de reflexión…”

A raíz de este comentario, salió a relucir que De la Torre había sido “mesera, ilegal e indocumentada”, dato que poco o nada le aporta a nuestra cultura general, pero que, tras semejante afirmación tan irresponsable y desproporcionada, se vuelve relevante para atacar a una ciudadana que, en el momento en que dijo eso, lo hizo en su condición de periodista con el deber de informar y contextualizar la noticia de mayor relevancia internacional.

Intento pensar en qué estaba pensando esta señora para decir semejante barbaridad, pero mi cabeza, después de dos noches de insomnio, no logra procesarlo.

Esto solo es equiparable a lo que trinó la representante del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, sobre la muerte de Gabriel García Márquez. Ella no tuvo reparo en subir una foto del Nobel con Fidel Castro y afirmó: “Pronto estarán juntos en el infierno”.

La indignación de los twitteros hizo que esta señora, borrara el trino y se excusara diciendo: “Jamás cuestionaría la grandeza literaria de Gabo. Eso es indiscutible. Su afinidad con el castrismo sí. Y su indiferencia con Colombia”. La verdad, hubiera sido mejor el silencio, porque no contenta con la cagada, al igual que De la Torre, siguió en las mismas.

Peor aún fue el estudiante de Ibagué que se burló de la tragedia en la que murieron más de 30 niños quemados en un bus en Fundación (Magdalena) y usó el hashtag #MePrendoComoNiñoEnUnBus. Qué le pasó por la cabeza, tampoco lo logro comprender, fue tan desproporcionado ese comentario que no solo causó la indignación de los twitteros sino que, de inmediato, twitter le suspendió la cuenta.

Charlie Sheen, el actor de Two and a Half Men, tampoco se quedó atrás con su trino “Dear God, Trump next, please!” que traduce “Querido Dios, que Trump sea el siguiente”. Que estén o no estén de acuerdo con alguien es lo de menos, pero en serio que estos trinos sobrepasan los límites.

Ante semejantes sandeces que he leído en redes sociales, prefiero mi país de La Habana, a pesar de las lágrimas que me sacaron los trolles que no le hicieron tanto daño a este personaje, sino al ser humano que está detrás de la cuenta de twitter.

Me quedo toda la vida con Fanny Lu que confundió a John Lennon con Elton John:  “Faltaba el momento más emotivo con la aparición de Elton John y su canción Imagine. Siempre lo recordaremos” o con Alicia Machado que, al referirse al enfrentamiento entre las Coreas trinó: “Esta noche quiero pedirles que me acompañen en una oración por la paz, que estos ataques entre las Chinas no empeoren nuestra situación”. Prefiero estas cagadas que nos hacen reír por ser involuntarias y nos recuerdan que nuestra condición humana no nos hace infalibles, sino todo lo contrario.

Pero lo que es imperdonable es la ‘mala leche’ de comentarios que develan ignorancia y arrogancia de quienes se creería tienen un nivel intelectual alto y criterio suficiente como para no cometer semejantes cagadas.


domingo, 8 de enero de 2017

La ‘Moza’



Por: @CamiNogales


Cuando hablamos de ‘La Moza’ nos referimos a la amante de un hombre casado, pero si le ponemos masculino (mozo) termina siendo un camarero. Aclaro, antes de seguir escribiendo, que no soy feminista, pero lo que sí es cierto es que estoy indignada porque la definición es el fiel reflejo de la realidad que vivimos.

Mi indignación comenzó con el caso de infidelidad de Fredy Guarín con la modelo Sara Uribe. Hablé con un amigo que defendía a San Fredy argumentando que él estaba mal, semejante ‘mamacita’ se le metió por los ojos y el pobre no tuvo opción diferente que hacerle el favorcito. Otro, un poco más sensato, decía que la culpa era de los dos y ambos cometieron un error.

Al respecto yo opino lo siguiente, a pesar de no tener la más mínima idea de los pormenores de la relación, diferente a lo que ha salido en los medios de comunicación: si fuera verdadera la teoría de que el man se metió con Sara porque estaba confundido y ella, semejante ‘viejota’, se le metió hasta por los ojos, pues me parece muy débil y muy básico.

¿Ambos cometieron un error? Tampoco me parece, el error es de él porque ella estaba soltera y no le debe nada a nadie, el único comprometido era Guarín, entonces quién tiene la culpa. Si hay algo que tengo claro es que, desde pequeñas, cuando soñamos con el Príncipe Azul, ese príncipe no es casado.

No he escuchado a la primera mujer que su gran sueño sea salir con un hombre casado por tratarse de una relación llena de límites. Por solo poner un ejemplo, hay unos horarios establecidos para la relación y si a la mujer le ocurre alguna calamidad fuera de estas horas, pues de malas, que se la coma el tigre, porque no puede ni llamar a contarle.

Así como el trago es un embellecedor, el anillo de compromiso de un hombre es un ‘desembellecedor’. A estas alturas del partido lo primero que mira uno, antes de mirar la cara, es la mano y el anillo en el dedo anular hace que, de una, perdamos el encanto. Pero ellos la tienen tan clara y, una vez encuentran la víctima, empiezan a joder, siguen jodiendo, hasta que, después de tanta persistencia, la dejan bien jodida.

Por qué tienen que decir ahora que Sara Uribe es la culpable, quién dijo que después de que Guarín la conquistó, ella no se enamoró. Si uno escogiera de quién enamorarse la vida sería más fácil, pero la razón y el corazón nunca estarán de acuerdo. Dicen que una mujer como ella qué se iba a enamorar de ese man y, aunque es cierto, eso pasa, uno se enamora y ya.

Guarín, como siempre pasa en estos casos, volvió con su mujer, y quién quedó, no solo entusada, sino enredada en un escándalo por haberse metido en una relación de dos: obvio ella. Nadie mira la otra cara de la moneda y el sufrimiento que ha tenido que pasar por alguien que no la respetó ni a ella, ni su matrimonio.

Tal vez el mensaje de año nuevo de Sara resume esta pesadilla afirmando que permitió entrar a su vida a una persona “que me sacó sonrisas pero la verdad fueron más lágrimas. Este caballero me denigró como mujer y acabó con mi imagen dejándome por el suelo y en burla de un país, pero esta guerrera de la vida se paró, dio la cara, y pidió perdón a quien debía hacerlo y no precisamente a quienes ustedes creen”.


La respuesta de San Fredy, a quien le pondré una vela, fue una foto en Instagram con su esposa en la que escribe “es a la única a la cual le debo corresponder como hombre.. hay un pasado del que se aprendió un presente de reconstrucción y un futuro de felicidad y amor.. declaró en el nombre de Dios mis sentimientos.. te amo dama, amor de mi vida.. amor verdadero”. Así, como en todas estas historias, el desenlace es el mismo: el Santo quedó feliz y la ‘otra’, vuelta mierda.