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lunes, 11 de febrero de 2019

Por qué es mejor contratar a un adulto


Por: @CamiNogales


En Colombia, estar desempleado es un problema, pero éste se agrava cuando el desempleado ha superado el cuarto piso y se ve obligado a enfrentar los obstáculos propios de la búsqueda de ofertas laborales en esta etapa de la vida. El denominador común, en los portales de empleo, es la búsqueda de recién graduados, consultores junior, profesionales junior, con máximo cinco años de experiencia, practicantes o menores de 35 años. 

Esto se repite a diario en Colombia, donde los principales damnificados  son (está bien, somos) las personas mayores de 40 años. Lo que no se han dado cuenta los empresarios es que son muchas las ventajas de contratar personas adultas. 

En primer lugar, su experiencia laboral es de, por lo menos, 15 años, lo que, de por sí, le generará un valor agregado, pues ya no llega a aprender, sino a aplicar conocimiento. Es consciente de la importancia del trabajo en la vida y de conseguirlo a estas alturas del partido con lo cual valorará la oportunidad y si, en algún caso, decide renunciar, no le dejará botado el cargo hasta que no lleve a cabo su debido proceso de empalme.  

Tampoco se ausentará del mismo, salvo achaques propios de su paso por la vida, pero jamás dirá mentiras, mucho menos si se relaciona con la salud porque tiene claro que, a su edad, con la salud no se juega. Mucho menos llegará enguayabado porque descubrió que, pasados los 40, el licor y él no son compatibles y, como consecuencia, su incapacidad se podría prolongar. 

Si tiene hijos, estos ya son adultos y no pedirá permiso para llevar a su hija al médico, ni para ir al colegio. Si es abuelo, tampoco tendrá responsabilidades, solo necesitará más plata para malcriar a sus nietos. Los que no tienen hijos, ya no los tuvieron, así que su deber es recoger a la mascota a su llegada del colegio. No tendrán que volarse del trabajo o de la casa para verse a escondidas con alguien porque o ya formalizaron su relación o son solteros amargados, o no tan amargados, que pueden llevar a cabo sus actividades extracurriculares en su propia casa. 

Por el tamaño de sus deudas, conocen el valor del dinero y trabajarán arduamente para pagarlas, posiblemente hasta después de pensionarse. Ya completó sus estudios, tiene posgrados y, si sigue estudiando, lo hace por convicción siempre y cuando no interfiera con sus deberes laborales. 

Ya no está en modo de competencia con nadie, sino en aportar conocimiento y seguir su proceso de aprendizaje, sin que esto último vaya en contra de su ego. No tiene ningún reparo en enseñarles a los más jóvenes, que siempre van a creer que saben más que él. 

No va a pelear si en horas extras tiene que cumplir con una tarea laboral. Lo hará estoicamente. La experiencia le ha enseñado que nada saca estresándose más, diferente a una gastritis. Precisamente por esa razón, para evitar cualquier situación de angustia que los puede llevar al límite, llega con media hora de anticipación a cualquier compromiso laboral, evitando cualquier situación que pueda alterar su sistema nervioso. 

Ya no le cuesta trabajo madrugar, pues ya no necesita de alarmas, sino que su reloj biológico se encarga de hacer lo propio. No divagará de un trabajo a otro porque ya tiene claro que lo que quiere para su vida: pensionarse, así que no perderá su tiempo en nada diferente a sumar días, semanas y meses.