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martes, 24 de julio de 2012

¡Qué viva la música!

Por: @CamiNogales

Aunque es poco original el título de este post y tampoco me llamo Andrés Caicedo, ni pretendo imitarlo…es más, creo que ya es demasiado tarde para intentar hacerlo porque ya, hace un tiempito, superé los 25 años, edad en la que el escritor vallecaucano, a motu propio, decidió suicidarse y pues, como yo ya estoy más allá que acá, para que me adelanto, más bien espero.

Pero de lo que sí voy a hablar, como lo hizo este autor, es de la importancia de la música en mi vida. Yo no sé si mi amor por ella tendrá que ver con la primera pinta que me pusieron el día en que nací. Ese mameluquito, gorrito y guantes rojos tejidos de lana que fue hecho con tanto 'cariño' por mi bisabuelita para atraer la buena energía. Yo creería que fue ese rojo que denota poder y alegría. Es más, estoy segura que de allí nació esta pasión por la música.

Un amor que comenzó escuchando el ‘Río Badillo’ de Claudia de Colombia y ‘Espera, Esperanza’ de Guillermo García Ocampo, más conocido como 'Billy Pontoni', y quien fue mi primer amor platónico, pero que casualmente me lo quitó una tía que lleva el mismo nombre de la canción.

Paso seguido me enamoré de otro hit de la música de ese entonces: Jimmy Salcedo con su “Música, más música es lo que queremos en el Show de Jimmy”, pero infortunadamente, más temprano que tarde, se lo llevó el que lo trajo. Lo ratifico: esto no es un  chiste, es real, mis primeros amores fueron 'Billy Pontoni' y 'Jimmy Salcedo'. Haciendo una retrospección puedo concluir que mi fracaso musical pudo obedecer a estas influencias.

Es más, otra canción que marcó mi corta vida fue una de ‘desprecio’ que le dedicó José a Idaly, la muchacha de servicio que me cuidaba, el día que le terminó. Decía: “eres la chancla que yo dejé tirada en la basura a ver quién te recoge. Ingrata, fea, piojosa, greñuda”.  

Pero bueno, más adelante me fui puliendo con Abba, cuando yo soñaba con ser toda una “Chiquitita”. Intenté cantar, pero quienes me conocen saben que Dios me dio voz…pero de tarro, así que fracasé en el intento cuando me sacaban de los coros porque desafinaba un 'tantico'.

Sin embargo, una de mis mejores amigas del colegio me animaba a seguir mi carrera artística. Ella, desde el otro lado del teléfono fijo, me grababa mientras yo cantaba, a grito herido, como Pedrito Fernández “la de la mochila azul, la de ojitos dormilones, me dejó gran inquietud y bajas calificaciones” y, peor aún, me decía que lo hacía bien.

También  hice un dúo con otra amiga, con la que cantábamos “I believe in love, I believe in everytime I see you…” de Nikka Costa, pero nuestros ensayos fueron tan efímeros como mi paso por los colegios en los que estudiaba. Me resigné y opté por cantar en la ducha y hacer de la música un hobby, para fortuna de todos, y opté por sólo escucharla. Como pudieron ver en Una Aventura Llamada Menudo, ‘Si tú no estás’, ‘Súbete a mi moto’, ‘Y mi banda toca rock’ fueron parte esencial en mi vida por unos cuantos años.

En mis primeras fiestas, llegó el merengue  con “las chicas, las chicas del can” y con “Wilfrido recapacita, hazle una cita a tu chiquita que es la cosita más bonita y necesita un tiempo más, quiere algo más”. El peor castigo para mi mamá y mi hermana fue mi fiebre por Juan Luis Guerra y “Si tú te vas, mi corazón se morirá…eres vida mía, todo lo que tengo, el mar que me baña, la luz que me guía”, pues las despertaba a las 6:00 a.m. todos los días, con la misma canción. Pero eso no era lo peor, sino que era la única canción del disco (de acetato) que yo ponía durante todo el día, hasta que la rayé con la aguja del tocadiscos.

Michael Jackson me gustaba, pero no me mataba. Intenté hacer el paso cachaco de la música disco y no pude. También me maquillé como Madonna y Cindy Lauper y me sentía “Like a Virgin”. Luego llegó el Breakdance y, aunque nunca me tiré al piso, si aprendí uno que otro paso con el tronco en el que simulaba desbaratarme. Esto fue con “Beat street the King of the beat…”

En las minitecas bailaba “Boys, boys, boys I’m looking for a good time” de Sabrina y “How will I know if you really love me…” de Whitney Houston. También me vestí de negro y fui a Rapsoda muy maquillada para bailar “Boys don’t cry” de The Cure o “Enjoy the silence…break the silence” de Depeche Mode.

Un amigo metalero me hizo conocer La Pestilencia “No queremos ley, ni queremos religión, no queremos más esta puta represión…” y, a pesar de que me gustó, esta música no fue mi prioridad. Me gustaban más las canciones de Prisioneros y Miguel Mateos, pero no tanto como “si yo no te tengo a ti” de Hombres G. Esa era la canción que se repetía una y otra vez cuando había una botella de Ron Viejo con Coca Cola al lado.

Después de la fiebre del Rock en Español, de llorar escuchando “Té para tres” de Soda Stéreo, en Soho escuché por primera vez “El amor después del amor tal vez…” de Fito Páez y ahí comenzó este amor que aún perdura. Gracias a una amiga y a una larga historia que no contaré conocí a Maná con “Como yo te deseo”, canción que bailaba encima de las sillas de cualquier bar. Pero, de forma paralela, me tomaba unos guaros, al ritmo de Julio Jaramillo y su “Copa Rota” y se me aguaban los ojos con la patética historia de Alci Acosta en “por qué se fue y por qué murió”.

No podía escuchar “La Barca” de otro de mis novios eternos, Luis Miguel, porque era capaz de tomarme media de guaro fondo blanco. Así transcurrió mi vida de canción en canción y cada una de ellas me recuerda a un momento y a cada persona que ha pasado por estos lares. Por eso, mi mamá, cuando yo estaba en el colegio, me decía: “ojalá se aprendiera las lecciones, así como se aprende las canciones” (léase con cara de mamá brava).

Sólo advierto que si alguien quiere estar en silencio conmigo, no lo logrará porque sin música no puedo concentrarme, así que tendrán de fondo a Don Tetto, Greenday, Santiago Cruz, Joaquín Sabina, Lady Gaga, Juanes, Shakira…hasta reggaetón con JBalvin, en fin, yo no discrimino porque música es música y su magia infinita. Así que, como el título del libro de Andrés Caicedo, “¡Qué viva la música!”