Buscar este blog

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Mis deseos para el 2022


 

Por: @CamiNogales

Estamos a tres días de acabar el 2021 y yo, desde ya, comienzo a preparar mis doce deseos porque no quiero que el viernes, a la medianoche, me sobren las uvas.  

 

El primero y más importante que no es solo para mi, sino para todos los colombianos -lo que da cuenta de mi actitud poco egoísta y me hace merecedora de un mejor año que a ustedes- es la devolución de los $70.000 millones del anticipo que MinTIC le dio a Centros Poblados. Recuerden que el origen de ese monto proviene de los impuestos que pagamos juiciosamente porque, si no lo hacemos, a diferencia de estos contratistas, a nosotros sí nos cae todo el peso de la ley.

 

No quiero volver a escuchar las palabras ‘ecsenario’, ‘tatsi’, ni ‘setso’, ni leer los horrores, ortográficos y de redacción, de quienes postean en redes. Así como se esmeran con las fotos que publican, hagan lo propio con la redacción y ortografía. Esta es la imagen profesional que proyectan.

 

También exijo respeto por los fans de la pizza hawaiana, del pan de bono con bocadillo y del buñuelo con arequipe. No somos unas malas personas.

 

Pido, urgentemente, que vuelva el Té Matcha a Juan Valdez. Me rehúso a resignarme al capuchino, al latte, granizado o al americano. No quiero saber más de los ‘happycondriacos’, personas para quienes la felicidad es un deber en la vida. Bien lo resume el psicólogo Édgar Cabanas, quien asegura que la felicidad se ha vuelto "egoísta", se ha convertido en un "negocio", en "un producto de consumo". (Tomado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-59669595). Les recuerdo que la vida tiene matices.

 

Quiero un año sabático, remunerado, para dedicarme a escribir e ir a conciertos, aquí y en el lugar del mundo que corresponda. Mis mayores deseos para mi y para quienes vivimos en Bogotá son menos trancones, menos cráteres y más seguridad. Tampoco quiero volver a escuchar o leer palabras como empatía, empoderamiento y resiliencia.

 

Si no es mucho pedir, les solicito a los congresistas aprobar, en el primer periodo legislativo, el proyecto radicado por Angélica Lozano y Mauricio Toro, ‘Contratistas con derechos’. Si somos mayoría, nos merecemos una mejor calidad de vida laboral.

 

Sería bueno que también aprobaran la iniciativa del representante Gabriel Santos de reducción de vacaciones para los ‘honorables’ y de paso el de reducción de salarios, pero creo que la palabra ‘reducción’ no es compatible con sus intenciones legislativas.

 

Quiero un 2022 sin Covid, gripa, pruebas PCR, ni tapabocas.

 

Este será un año electoral en el que hay que votar para, después, no llorar, ni marchar. Voten por el mejor y no por el menos peor. Lean, investiguen, vean noticias, escuchen y habrá alguien que se ajuste a lo que ustedes consideran es lo mejor para el país. Hagan uso de su buen criterio.

 

Les deseo un 2022 con mucho amor, música, risas, salud, haciendo lo que se les dé la gana y siendo felices. Solo buenas vibras para los que me quieren, y para los que no, también. ¡Feliz 2022!

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Mi paso por el quirófano 2 (Preguntas - Respuestas)

 

Por: @CamiNogales

Ha pasado un mes y medio después de la cirugía y aún me formulan muchas preguntas al respecto. En este post responderé las más comunes y les contaré la evolución de mi recuperación. Insisto en que se trata de dejar información útil para quienes la requieran en un momento dado. Eso sí dejo la salvedad de que cada cuerpo es diferente, al igual que su reacción al procedimiento. Tampoco sé nada de medicina. Así que aquí les hablo de mi propia experiencia, que puede ser muy diferente a la suya.

 

¿Cómo se llama la cirugía?

Mastopexia de reducción.

 

¿Por qué me la hice?

Porque sí. Es un tema estrictamente personal que solo me importa a mi… Siguiente pregunta.

 

¿Cuánto duró el procedimiento?

Cuatro horas y media.

 

¿Cuánto vale?

Esa es una pregunta muy frecuente. De hecho, algunas amigas me pedían que preguntara cuánto costaba una liposucción para ellas o cualquier otra cirugía estética, inquietud que no puedo resolver porque cada cuerpo es diferente y, por esta razón, es necesaria una valoración previa del médico.

 

¿Cómo queda la cicatriz?

Es en forma de T invertida. Después de que sana completamente la herida, es preciso hacerse masajes con crema para que quede una cicatriz muy delgada. Esa etapa aún no la he empezado porque mi herida está terminando de sanar. En 15 días me darán las respectivas instrucciones.

 

¿Por qué se ha demorado tanto en sanar?

En estas cirugías hay puntos internos y externos. Los externos me los quitaron, pero el organismo me rechazó dos internos: uno a cada lado, con la mala suerte de que uno de ellos se infectó. Este es uno de los tantos riesgos de una cirugía. Son cosas que pasan y, en este caso, mi sistema inmune los rechazó. No fue necesario antibiótico. La herida se curó a punta de panela. (Después no digas que no te avisamos).

 

¿O sea que ya está bien?

Sí, pero aún debo ponerme gasas vaselinadas en las cicatrices y usar el mismo brasier postquirúrgico.

 

 ¿En qué talla de brasier quedó?

Todavía no tengo nidea. Sigo usando brasier postquirúrgico (como les dije anteriormente), incluso duermo con él. Debajo tengo gasas que me protegen. Por ahora, está descartado cualquier otro tipo de brasier. Sí es incómodo, pero pues al que le gusta, le sabe. Y no sé todavía cuál será mi nueva talla. Cada día trae su afán y, en su debido momento, tendré que ir a comprar.

 

¿Duele?

No duele. Primero porque se pierde la sensibilidad en la zona y porque mi cirujana tiene una mano muy suave. Una vez se empieza a recobrar esta sensibilidad, los puntos fastidian mucho. A veces se sienten corrientazos (no he sentido muchos) y la herida rasca. Más que doloroso, a veces es incómodo, pero no es tan terrible como uno se lo imagina. Incómodo es dormir boca arriba con varias almohadas, por eso uno de los grandes logros de la recuperación es volver a dormir de lado, pero con cuidado. (Salió en verso).  

 

¿Está feliz?

Normal, creo que aún estoy asimilando lo que me hice y todavía no me siento cómoda porque sigo en proceso de recuperación. Sí es algo que quería hacerme hace muchos años y, pues, todo es un proceso. Es un cambio muy positivo de salud física y mental. La espalda ya no molestará, mejorará la postura y me podré poner lo que quiera. Los cirujanos hacen magia con esas manos. Considero que uno también debe hacer una terapia de reconocimiento.

 

¿Cada cuánto tiene control?

A día siguiente de la cirugía, sin ganas de nada, tenía que ir a control. Durante dos semanas fui todos los días. A los 10 días me quitaron puntos intermedios, y a los 20, todos los puntos. Después, empecé a ir día de por medio para que me hicieran mis curaciones en el punto infectado. Luego “aprendí” a hacerme las curaciones e iba cada quinto día. El aprendí entre comillas se debe a que, cuando estaba sanando la herida, me hice una curación mal y no les cuento más…Por algo no soy enfermera.  

 

¿Cuándo se puede volver al gym?

En estos procesos hay que ser muy paciente. A pesar de ser una ‘paciente impaciente’, no he tenido otra opción que aguantarme porque cada decisión se va tomando paso a paso dependiendo de cómo reaccione el cuerpo. Siempre es un paso adelante, pero es largo. Cuando la doctora me dijo que eran dos meses sin ir al gimnasio, pensé que era una exageración, pero con el tiempo he constatado que no. El día que vuelva, tendré que empezar de ceros: combatir la pereza que me da porque perdí estado físico adquirido, y el ejercicio es muy desagradecido.

 

Se me olvidaba, desde la tercera semana pude volver a manejar.

 

Es que fue una cirugía grande: una reconstrucción en una parte muy delicada del cuerpo, y eso es lo que se decanta solo con el paso del tiempo. En este momento, estoy feliz porque la herida ya sanó. Mañana será otro día y avanzaré en otro aspecto. Pero esto es como la terapia del alcohólico, un día a la vez.

 

¿Se arrepiente de habérsela hecho?

En un principio uno desconoce la magnitud de lo que se va a hacer. Eso solo se va descubriendo con el transcurso del tiempo. Pero pues de eso se tratan las grandes decisiones en la vida. Si uno piensa, pierde. Esa es de las cosas que, una vez decididas, se deben hacer de una, sin mente. Lo que sí ocurre es que a veces la impaciencia me supera y quiero volver a mi vida anterior ya. Pero, como eso no es posible, debo respirar y seguir con los cuidados. Es mi salud.

 

P.D. Este es un consejo, de pura ‘sapa’ que soy. El día que usted tome la decisión de hacerse una cirugía estética, hágasela por usted mismo, no por los demás. Es un tema demasiado personal y a nadie más le importa. Esto lo digo porque he escuchado decir que se harán la lipo para que el man con el que salía, el cual no les paró bolas, las vea divinas. Y pues con lipo o sin lipo, la situación no cambiará. Es algo que uno hace solo por uno mismo. El que la quiere, la quiere; el que no, pues no.


lunes, 1 de noviembre de 2021

Mi paso por el quirófano

 

Por: @CamiNogales


El 17 de julio de 2011 escribí un post en mi Blog que se llamaba ‘Made in Rada’, en el que criticaba las cirugías estéticas, así como la falta de aceptación de los seres humanos que acudían a dichos procedimientos. Sin embargo, diez años después, durante un postoperatorio, les comparto mi experiencia sobre la cirugía que me hice. Esto comprueba, una vez más, que nada es absoluto y la vida es flexible.


Este texto no pretende ser una apología a las cirugías estéticas y mi única pretensión es brindar la información, que me hubiera gustado conocer, antes de tomar la decisión, para someterme a este procedimiento. Empecemos por el principio, la razón que me llevó a hacerme esta mastopexia de reducción – levantamiento y reducción- no es buscar ningún tipo de aceptación externa. Es más, a nadie le importa lo que yo haga con mi cuerpo. Como dicen por ahí: “mi cuerpo, mi decisión”.


Si esto hubiera pasado hace 20 años –cuando quise, pero por motivos económicos no pude -, como consecuencia de mi inmadurez, creería que, con la cirugía, se resolverían mis conflictos internos y todo cambiaría. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa, es otra cosa, y eso hoy lo tengo muy claro. Lo hice por sentirme cómoda conmigo misma. Por un tema demasiado personal y también médico en el que no me voy a extender porque aquí lo importante no soy yo, sino el proceso.


Una vez la decisión está tomada y la plata ahorrada, encontré una cirujana, 100 % recomendada. Sabía de antemano que, independientemente del precio que cobrara, no pondría mi vida en riesgo solo por ahorrar unos pesos. Al examinarme, la doctora no tuvo ningún reparo en reiterar que la cirugía era necesaria, me pidió unos exámenes y hablamos de una eventual fecha, que sería entre noviembre y diciembre.

Sin embargo, me hice los exámenes ipso facto y, durante dos noches de conversación con mi almohada, en las cuales me persiguió el fantasma del arrepentimiento, decidí anticipar todo el proceso porque el que piensa, pierde y, en este caso, perder no era una opción.

 

La cirugía


La peor tortura de una cirugía es estar en ayunas y no saber hasta qué hora se probará el primer bocado de comida. Obviamente hay que ir acompañado y, lo más importante, salir con ese acompañante. La cirugía tuvo una duración de 4 horas y media. Cuando desperté de la anestesia, me contaron que fue compleja, no entendí la razón, ni me importaba, solo quería tomar el caldo de pollo del que escuchaba hablar.


La primera noche es bastante difícil porque, desde entonces y por un tiempo prolongado,  hay que dormir boca arriba con muchas almohadas o cojines debajo. Uno sale con dos drenes –tubitos en los que se canaliza la sangre de las heridas - los cuales generan incomodidad y solo se retiran cinco días después. La anestesia tuvo efecto contrario y me dejó con adrenalina arriba, lo que me impidió pegar el ojo en toda la noche.


Tomé antibióticos durante diez días. También me recetaron Dólex, pero no hubo dolor, así que no fue necesario tomarlo. Lo cierto es que sí necesitaba ayuda para pararme de la cama e ir al baño. Al día siguiente, fui a control, estaba cansada y con dolor en la espalda. Duré dos días sin bañarme y sin poder moverme mucho. La ayuda y compañía de mi mamá fue fundamental en esos días. 


Cada noche dormía un poco más. Pero hoy, en el día 12, ya duermo en dos fases, a pesar de la incomodidad de hacerlo boca arriba.Al tercer día, ya es posible bañarse envolviendo todo lo que uno tiene, gasa, brasier y venda en Vinipel, y con mucho cuidado. A veces se sienten leves punzadas por el restablecimiento del tejido y la cicatrización. Lo demás, son efectos propios de cualquier cirugía.


El día sexto fue otro avance considerable: me retiraron los drenajes. Ya me sentía en libertad. A diario me hicieron curaciones y me envolvíeron con gasa, brasier postquirúrgico y venda. Esta última, para evitar cualquier movimiento fuerte en los taxis, por cuenta de los huecos bogotanos.  Cabe anotar que hay que ponerse, en la parte de arriba, solo blusas o chaquetas de cremallera o botones para evitar subir los brazos.


Cada día hay un avance, se pueden estirar un poco más los brazos y dar un paso adicional sin ningún tipo de ayuda. Para lavarse el pelo, es mejor ir a la peluquería porque, aunque es inconsciente, esa fuerza puede perjudicar el proceso de recuperación. El día 10 me retiraron puntos intermedios, pero hasta dentro de semana y media me quitan los demás.


Es recomendable caminar y comer saludable para que la cicatrización sea la adecuada. El gimnasio debe esperar mucho tiempo porque no es posible hacer ningún tipo de fuerza. Este es un proceso gradual, de mucha paciencia.


En el día 11 intenté manejar, pero el movimiento del timón me costó trabajo, así que esperaré unos días más. Ya estoy de vuelta en mi casa, cuidándome, sin hacer esfuerzo, pero ya me puedo valer por mi misma. Obviamente necesito ayuda para algunas cosas, pero lo básico lo puedo hacer sola sin problema.


Sobre la cirugía en sí, quiero decirles que esta cirujana es una maga. El cambio es radical. Dios bendiga sus manos por lo que hizo conmigo y lo que hace con los demás. Tiene una mano muy suave y prueba de ello es este postoperatorio que, contrario a lo que pensé, no fue doloroso.


Este es un tema de salud física y mental, y, por eso, le estoy gratamente agradecida, a ella, a su equipo de trabajo y a quien me la recomendó, porque ellos, con su trabajo, cambian vidas. Aún falta mucho tiempo en este proceso de recuperación y, por esta razón, este post continuará cuando tenga más avances para contarles. De igual forma, si tienen preguntas, no duden en hacérmelas. Lo cierto es que mi postura está mejorando y ya empiezo a pensar en ropa que, por obvias razones, no compraba y que, ahora, sí podré lucir. Aunque parezca frívolo...no lo es.

 

miércoles, 8 de septiembre de 2021

De vuelta al ruedo

 



Por: @CamiNogales

Tras año y medio de pandemia, trabajando en casa, en leggins y tenis, sin gastar en transporte, ni enfrentarse al caótico tráfico bogotano -que ahora está peor-, comiendo saludable, aprovechando el tiempo para llevar a cabo otras tareas no remuneradas, pero divertidas como escribir este post, y compartiendo con la mejor compañera de trabajo (yo misma); recibí una de las noticias más difíciles de enfrentar en mis años de vida: debía volver a la oficina. En mi caso particular, no se trataba de un regreso, sino de ir por primera vez, lo que hacía de este anuncio algo mucho más complejo para una primípara en potencia. 

Desde entonces, ha pasado más de un mes. Mis temores eran todos porque el Covid es el ‘Coco’ para los adultos y nos dejó llenos de miedos. Compartir con personas, hasta ese momento, desconocidas; almorzar fuera, hacer uso del baño y transporte público, y manejar por otra ruta, diferente a las usuales, me quitaron, literalmente, el sueño. 

Quién dijo insomnio y vacío en el estómago la noche antes de ir. Mi cabeza iba a mil, pensando que me iba a perder en el camino, no iba a poder parquear el carro…en fin, fue una noche larga en la que en vez de contar ovejas, cambié de pinta, mentalmente, muchas veces. Al día siguiente, manejaba con el corazón en la mano como si me dirigiera hacia el juicio final. Llegar a salvo y sin ningún asomo de extravío fue mi primer gran logro del día. El siguiente, empezar a socializar con personas que sufrieron un proceso de transformación: de ser un círculo de Teams se convirtieron en seres humanos. 

Contrario a lo que pensé, hablé más que perdido cuando aparece. Almorzar también fue un reto, que fui superando con el paso del tiempo. En principio, los días tristes, de pico y placa, pedí taxi, pero, ante la enérgica protesta de mi billetera, me vi obligada a coger Transmilenio. En este medio de transporte, los miedos se agudizaron, intenté evitar cogerme de las barandas, pero mi agilidad y equilibrio, me impidieron sostenerme en pie, por lo tanto, no me quedó otra opción que hacerlo. 

Poco a poco, paso a paso, se han ido derribando los miedos que fueron creciendo, cada día, en medio del encierro. Me cae bien el mundo, los humanos diferentes a mi familia, menos esos que no aprendieron que, contrario a lo que ocurría antes, ahora, dar la mano, es sinónimo de mala educación. 

Volver a usar mi ropa ha sido divertido aunque, debo confesar, que quedé detenida en el 2019. Parece como si mi diseñadora de vestuario fuera la misma de Anne with an E. Volví al maquillaje, aunque lo que más me gusta pintarme es la boca, tapada por el tapabocas, valga la redundancia, lo que me genera una cierta frustración. 

A la gente le veo dos caras. Por lo tanto, excúsenme si los saludo dos veces como si se tratara de dos personas diferentes: una con tapabocas, y otra sin tapabocas. Un aspecto negativo de esta nueva realidad es evidenciar la mala memoria que nos caracteriza. Cuando nos sentimos en riesgo, prometimos ser mejores seres humanos, más solidarios. Ahora, que ya nos sentimos seguros, se nos olvidaron esas promesas, típicas de borracho en cantina. 

Volver al ruedo tiene sus ventajas porque, en algunas circunstancias, la cara del santo hace el milagro; en otras, pasa lo contrario. También significa copar nuevamente mi agenda con mis dates de sábado…con el odontólogo, oftalmólogo, ginecólogo y demás ‘ólogos’. 

Sin embargo, extraño aquellos tiempos en los que no había tráfico, ni inseguridad, ni la necesidad de inventar excusas para no cumplir con compromisos porque no era necesario. Ahora, toca nuevamente acudir a la imaginación para evitar encuentros y planes que no nos apetecen, simplemente porque no se nos da la gana.  





martes, 29 de junio de 2021

Estoy mamada

 



Por: @CamiNogales

Este post nace como una necesidad de desahogo ante determinadas situaciones que han generado, en mi, un cansancio excesivo. Estos días no han sido los mejores por cuenta de la prolongación de la pandemia, el estallido social, la falta de socialización y  de esos problemas que nunca faltan, en fin…Todo este cúmulo de situaciones desencadenó en una especie de fatiga crónica y un halo de intolerancia hacia determinadas circunstancias.

La primera, como lo anoté anteriormente, es esta pandemia. Estoy mamada de ver las cifras del Ministerio de Salud sobre casos y muertes diarias, las cuales no son nada alentadoras. Esto ha producido una paranoia que limita las libertades y sale muy costosa. Se perdió el derecho a estornudar y a tener dolor de cabeza libremente. Uno solo de estos síntomas cuesta alrededor de $300.000. Uno paga dicha suma por la pérdida de la virginidad de ambas fosas nasales, a través de la prueba PCR, vía para corroborar el acecho de este virus en el cuerpo. 

Por la EPS esta prueba saldría más económica, pero se corre el riesgo de que el resultado llegue el día en que, en Colombia, alcancemos la inmunidad de rebaño. El temor y tristeza que producen miles de historias, con finales trágicos, lo convierten a uno en hipocondriaco que, al primer dolor de cabeza, procede a redactar su testamento. 

Los ‘seres espirituales y de luz’, con ínfulas de superioridad moral, me tienen mamada. Creo en la meditación, en la espiritualidad y en todas las terapias médicas que conduzcan a superar lo que no nos hace sentir bien, pero no soporto a esas personas que se creen superiores porque meditan, fungen ser felices a toda hora y presumen tener una energía superior a la de cualquier mortal. De ser así, no me explico por qué estos 'seres de luz' comparten este plano terrenal, con nosotros, los oscuros mortales. 

Hablar de política en un país polarizado es imposible. Los parentescos y las amistades pasan a un segundo plano porque los adeptos de ambos extremos asumen ser más inteligentes que los demás por cuenta de sus preferencias políticas. Sus contrarios, a su juicio, son unos completos ignorantes, con un déficit significativo de coeficiente intelectual. Esta falta de respeto y exceso de polarización hacen de las reuniones sociales un campo de batalla de alta tensión. El silencio, en medio de tanta testarudez, es la mejor opción. 

Pero ojalá la polarización se redujera solo a la política. Las discusiones y los insultos vienen también de aquellos que creen que James Rodríguez debe estar en la Selección Colombia y quienes aseguran lo contrario. De los que creen en las vacunas y los que no…Hasta el reggaetón polariza. Así las cosas, las conversaciones, sin distingo de tema, se transformaron en un deporte de alto riesgo. 

Amo las redes sociales aunque, en su mayoría, son un culto al ego. Con filtros y mensajes de optimismo y motivación, sus usuarios se alejan de la vida real. Esa que tiene altibajos, éxitos, fracasos, aprendizajes, alegrías, tristezas, días buenos, regulares, malos...Instagram es un derroche de filtros que simulan belleza, felicidad, éxito y prosperidad. Twitter es más real. A pesar de que en esta red predomina la soberbia intelectual, se percibe gente de carne y hueso, con los ires y venires propios de la vida.  

Pero lo que más mamada me tiene es el clima de Bogotá. Me asomo por la ventana, veo el sol, salgo a calentarme y empieza a llover. Las noticias también me tienen saturada pero mi ‘deformación’ profesional de Periodista, me impide vivir sin ellas. Vivo conectada a las redes, leo periódicos, escucho noticias, veo noticieros…soy una adicta y, lo peor, es que no estoy en proceso de recuperación, ni planeo estarlo. 

Estoy mamada de no poder ir a un concierto, de sufrir con la Selección Colombia, no abrazar a mis seres queridos, no ver a mis amigos, del tapabocas, de Bogotá, los bloqueos, la delincuencia, la inseguridad, estoy mamada de estar mamada y de este post de mi Blog que parece un buzón de quejas y reclamos. 



martes, 8 de junio de 2021

Sobre Alejandra Azcárate...


Por: @CamiNogales

Me tomé dos semanas después de conocer la noticia, para digerirla y escribir sobre este tema en particular. Después de leer titulares como “Esto responde Antinarcóticos por el avión con coca del esposo de Alejandra Azcárate”, “Abren indagación en base antinarcóticos por avioneta de pareja de Alejandra Azcárate” o “La narcoavioneta: el calvario que vive la familia de Alejandra Azcárate” y “El caso Azcárate”, entre otros, ver toda clase de memes, leer comentarios denigrándola, yo me pregunto qué responsabilidad tiene ella en el caso de su esposo, Miguel Jaramillo, y por qué no se alude a él, tratándose del verdadero protagonista de la noticia.

Es por esto que, cuando se habla de ese tema, nadie sabe el nombre del susodicho, sino que hacen referencia directamente a ella. No necesito ser abogada para saber que las responsabilidades son individuales y, por lo tanto, nada tiene que ver la Azcárate con lo ocurrido. Si el marido es culpable o inocente, tampoco me compete a mi, ni a nadie, diferente a un juez, establecerlo y actuar en consecuencia. Cabe recordar que “todo ser humano es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

Hay muchas teorías sobre la relación de Jaramillo con esa avioneta. Que la sociedad, a la que pertenece la avioneta, se había disuelto, que el marido - perdón, de tanto leer sobre el tema se me pegó lo que tanto critico en este post de no referirme directamente a él, sino al parentesco con ella - se presentó como víctima, que el avión estaba en contrato de comodato…La verdad no entiendo nada, no tengo ni el contexto, ni la idoneidad para hacerlo y, por lo tanto, prefiero callar. 

Tampoco logro entender esa cultura implacable para juzgar y denigrar de los demás, cuando pasan por momentos tan complejos. Son las autoridades las que tienen el deber de juzgar. Entretanto, a la Azcárate la están dilapidando en las redes sociales. Salieron todos sus ‘haters’ a regocijarse con la difícil situación que enfrenta, argumentando, además, que discrepan de sus posturas y les cae muy mal. Por lo tanto, consideran que gozan de la potestad de volverla añicos en redes sociales. 

Reitero que Azcárate ni siquiera forma parte de una investigación y su indudable talento es lo único que la ha llevado lejos. No en vano, se presentó en Viña del Mar frente alrededor de 15.000 espectadores y obtuvo las gaviotas de Oro y de Plata. 

Salió triunfante frente al ‘Monstruo’ de la Quinta Vergara - forma en la que, por obvias razones, se denomina al público de este festival -. Basta recordar cómo Xuxa salió llorando de ese escenario y prometió no volver jamás. Ese es el gran riesgo que se corre ante ese exigente público.  

Soy incapaz de replicar uno solo de los comentarios que he leído en contra de la Azcárate. Lo que sí me doy cuenta es que la gente auténtica, que no busca caerle bien a los demás y dice lo que piensa, es la que peor cae. Peor aún si se trata de alguien exitoso. Esta es, precisamente, una de las razones por las que estos personajes se destacan, para bien o mal. 

Lo que sí me consta, por experiencia propia, es que la gente buena no es la que busca siempre caerle bien a los demás. Esos que andan tan sonrientes por la vida, evitando decir algo impropio para ser aceptados, no son de fiar. Por algo, la diplomacia es un trabajo y la ejercen muy pocos. 

Reconozco que, en un principio, apenas leí la noticia, hice comentarios desobligantes, de los cuales me arrepentí al reflexionar sobre la situación. Me entristece sobre manera la felicidad de muchas personas por la tragedia ajena, sobre todo, de figuras públicas. Aunque también ocurre con figuras no tan públicas. 

Recuerdo mucho a una persona con quien trabajé que se molestaba cuando me pasaban cosas positivas; pero cuando se trataba de algo malo, ella desbordaba felicidad. ¡No lo disimulaba! Eso es más que envidia. Es una enfermedad de la cual desconozco su nombre. 

Lo cierto es que, a pesar de que no conozco a Alejandra Azcárate, le manifiesto mi solidaridad y comparto la indignación por ese ultraje de palabras de las que ella ha sido víctima desde que se conoció esta noticia. Nada tiene que ver ella con lo que está pasando, ni le quita lo que se ha ganado con su experiencia, honestidad, talento, éxito y desparpajo. 


martes, 18 de mayo de 2021

El viacrucis de un contratista



Por: @CamiNogales

Si le han devuelto una cuenta de cobro, ha olvidado la clave del Secop, tiene su hoja de vida en el Sigep y el Sideap, carece de vacaciones remuneradas y ha tenido que trabajar gratis, este post es para usted que es o ha sido contratista por prestación de servicios.

Para el contratista, la felicidad de encontrar un trabajo se diluye apenas recibe la lista de documentos para iniciar el trámite de su contrato. El primero y básico es la hoja de vida, pero no el formato personal, sino en la plataforma del Sigep o el Sideap. En ambas, debe registrar experiencia laboral, contrato por contrato, en total congruencia con las constancias obtenidas, las cuales debe adjuntar de forma paralela, tarea que demora, por lo menos, mediodía. 

Este mismo procedimiento debe llevarse a cabo con las certificaciones académicas. Si botó el acta o diploma de bachillerato, prepárese para suplicar y explicar que si estudió en la universidad, es porque se graduó de algún colegio. A esto, se le suma la declaración de bienes y rentas porque uno nunca sabe. 

Estos documentos deben ir acompañados de los antecedentes de Procuraduría, Contraloría, Policía, Personería y no recuerdo qué otra ía, pues caras vemos... Por aquello de que más vale prevenir que lamentar, es preciso añadir la consulta de inhabilidad de delitos sexuales y del sistema de Registro Nacional de Medidas Correctivas. 

Adicionalmente, debe presentar el RUT y el RIT actualizados. Para no olvidar el “Examen de Salud Preocupacional con énfasis en osteomuscular y visual” el cual le toma un par de horas, dependiendo del quórum en la sala de espera, certificaciones de afiliación a salud y pensión, certificación bancaria y un reporte de experiencia en Excel, que debe coincidir con la hoja de vida y con sus documentos. Lo que demora en ocurrir por cuenta de errores humanos.

Aquí es cuando Cristo empieza a padecer. Estos documentos se envían en paquetes diferentes, en PDF y con un orden establecido. Una sola equivocación u omisión, en cualquiera de las condiciones anteriores, es causal de devolución de papeles. Lo que ocurre, por lo menos, tres veces. Estas circunstancias reducirán significativamente su paciencia y, de paso, su experiencia laboral porque algunas certificaciones no cumplen con los requisitos establecidos. 

Posteriormente, viene lo que consideraría el fin del proceso: la firma del contrato. Sin embargo, lamento informarle que apenas lleva un poco más de la mitad de camino recorrido y ya no hay tiempo de llorar. La persistencia para continuar el proceso es la clave. Paso previo a la suscripción de este documento, usted tuvo que registrarse en el Secop. Este procedimiento no basta si no recuerda la clave porque el problema se agudiza y corre el riesgo de ser bloqueado, lo que demoraría, un poco más, su trámite. En esta fase, es aconsejable una dosis de agua de valeriana. 

Una vez ingrese a esta plataforma y ante previo aviso, debe aceptar el contrato. Paso que toma su tiempo y en el que, algunas veces, debe ayudarse de un tutorial de YouTube, para encontrar el contrato y la opción de aceptar, que suelen esconderse. Peor aún, no falta el que se equivoca y oprime rechazar. 

Pero ahí tampoco pasa nada porque sin afiliación a la Administradora de Riesgos Laborales, ARL, y sin póliza, todavía no entra en vigencia. Finalizar este procedimiento, aunque es un paso fundamental para empezar a devengar, no es el final del sufrimiento del contratista que no tiene vacaciones, debe estar siempre disponible y no recibirá ni un solo pago de horas extras. 

El cobro mensual también forma parte de este viacrucis. Pagar salud y pensión es el paso fundamental para presentar la cuenta de cobro, seguida del informe de actividades en el que debe estar sustentado, minuciosamente, el trabajo de cada obligación consignada en el contrato. Es decir, si tiene 10 o 15 obligaciones, a cada una de ellas le corresponde un recuadro para evidenciar el trabajo de la misma. 

Adicionalmente, debe subir estas pruebas a un SharePoint y quemar un CD con dicha información. Solo cuando cumple con estos requisitos y no se equivoca en el porcentaje que le deben pagar, en el número del informe, en la fecha y en la suma de la cuenta, ha superado buena parte de este proceso. De lo contrario, su cuenta será devuelta y tendrá que empezar nuevamente. Ese es el momento en el que usted debe corregir, no sin antes respirar profundamente.

Con aprobación previa, por parte del supervisor, de lo anterior, debe volver al Secop y subir cada uno de estos documentos con el fin de que se empiece a tramitar su salario mensual. Pero no son solo los trámites, es la discriminación a la que se ve sometido el contratista de prestación de servicios. 

En algunas entidades se llevan a cabo eventos en los que aclaran que los contratistas no pueden asistir. Cuando surge alguna diferencia con quienes ocupan la planta laboral, estas personas suelen recordarle que usted es un “simple contratista”. De igual forma, adquirir grandes créditos con los bancos se dificulta por cuenta de la misma condición. 

A esto se le añade la incertidumbre del fin del contrato. En ese lapso, en el que aún no se sabe cuál será el destino laboral, éste se ve obligado a seguir prestando sus servicios de manera gratuita porque, de no hacerlo, corre el riesgo de aumentar el porcentaje de la tasa de desempleo. Para esto, es aconsejable tener siempre un colchón económico que lo blinde durante este periodo.

En teoría, un contratista no trabaja al interior de la entidad, no cumple un horario, ni usa sus equipos, sino que solo responde por sus productos. En la práctica, el contratista ocupa una oficina, cumple horario, usa los equipos, trabaja más de la cuenta y responde por sus productos. Esa es la realidad. 

En mi vida laboral, contrario a la personal, no he conocido la primera prima.  Aunque sueño con recibir estas prestaciones, tener vacaciones remuneradas y desentenderme del pago de salud y pensión; lo cierto es que, con el paso del tiempo, mi relación con el Secop, Aportes en Línea y las Arl se ha ido estrechando. 


sábado, 1 de mayo de 2021

Chao, Ray

 

                                                  Foto tomada de CNN



Por: @CamiNogales

Iba llegando a la casa de mi mamá y, como siempre, estaba pegada al celular. De pronto, vi un titular de El Tiempo que decía que, a sus 51 años, Ray Reyes, exintegrante de Menudo, había muerto. No podía creerlo, sentí un escalofrío en todo mi cuerpo y unas ganas de llorar que contuve por pena a este sentimiento de tristeza que me evocó, inmediatamente, a mi infancia. 

Desde el día que Ray llegó a Menudo, en el año 1.983, a mis escasos 11 años, quedé perdidamente enamorada. Con esa ingenuidad, propia de mi edad, me imaginaba que 'Si tú no estás' era una canción que me dedicaría una vez me conociera. "Son las 6:30 y no has llegado, nuestro avión ya tiene que partir, nunca me sentí tan desgraciado, ahora no me importaría morir..." 

Al mismo tiempo, me preguntaba quién sería esa desgraciada, capaz de dejarlo ‘metido’ en el aeropuerto. Este no era solo un amor infantil, sino también platónico, difícil de gestionar a tan corta edad. Amaba a Menudo, pero las canciones que él cantaba eran mis favoritas. 'Tú Te Imaginas', ‘Chicle de Amor’ y ‘Zuzumbadooorrr, baila de prisa…’ Esas eran las que repetía mil y una vez, a diario, en mi casa. Las damnificadas de esa intensidad fueron las de siempre: mi mamá y mi hermana que, a pesar de no compartir mis gustos, supongo que aún recuerdan las letras. 

Pero el reto no era solo cantarlas, también aprender las coreografías, comprar la ropa y perseguirlos, en la medida de lo posible. Un domingo, en la ‘Caminata de la Solidaridad’, bajé a la séptima solo a verlos. Recuerdo que Ray iba comiendo una paleta de limón y una pequeña niña, con falda de tennis, sola en plena avenida, empezó a gritar como loca ‘¡Ray! ¡Ray!’ y él, con su mano, dijo adiós. No sé si sería al infinito o sería a mi, pero fui la más feliz del mundo. Este fue mi máximo logro en esos años de fanatismo. 

Esas pequeñas cosas eran las que me ilusionaban a esa edad. Comprar el último cassette o el disco de acetato, tener un afiche, aprenderme sus canciones, ensayarlas, ir al Cosmos 100 a esperar a que se asomara a la ventana, ilusionarme con ser cantante para conocerlo, a él y a todos los de Menudo. Esas eran fantasías que no tenían precio y le daban sentido a la vida. 

Por eso, la partida de Ray me puso nostálgica. De la vida, de la infancia, del poder de la música y de los sueños de una niña. Gracias, Ray por alegrar a una pequeña que no sabía qué sería de su futuro, ni le importaba, porque solo vivía el presente, feliz, rodeada de música y de esa buena energía con la que Menudo se conectó con millones de niñas en el mundo como yo, que hoy, de adultas, recordamos, con melancolía, sus bailes, canciones y todo lo que representaron para nosotras en esa época inolvidable que no volverá. 


P.D. Evité muchos más detalles que están en este post 'Una Aventura Llamada Menudo'. 



martes, 13 de abril de 2021

Juventud, ¿divino tesoro?

 



Por: @CamiNogales 

Si uno de los piropos que recibe constantemente es que se ve joven, este es el primer indicio que apunta a que ya no lo es, porque si lo fuera, no sería una cualidad para resaltar, si no una realidad que no sería necesario destacar. Cuando yo era chiquita (hace más de 40 años) cualquier mayor de 30 era viejo. En ese paquete entraban mamá, papá, tías, abuelas y todo lo que tuviera relación con ellos. 

Yo pensaba que, una vez cumpliera los 30, tendría mentalidad y apariencia de viejita, y poca expectativa de vida. Esto se debe a que la moda, en los años 70 u 80, no ayudaba a las mujeres mayores de 30 años, que deberían vestir con sastres, y tener maquillaje, peinado y comportamiento digno de una señora. 

Ahora dicen que los 50 son los nuevos 30, claro que esa afirmación está dirigida a mujeres como J Lo (51 años) o Jennifer Aniston (52 años). También afirman que los 40 son los nuevos 20, como es el caso de Shakira (44) y pues, viéndolas a ellas, claramente me reafirmo en ambos dichos, pero no es el denominador común de todas las mortales. 

Lo cierto es que ahora todos somos más jóvenes, física y mentalmente, que antes. Ya ni sé a qué edad empieza la vejez, porque murió Camilo Sesto, a los 72 años, y solo se escuchaban lamentos por la pérdida de este cantante, a pesar de su ‘juventud’. 

Otros factores que han contribuido a que las nuevas generaciones se vean más jóvenes que las anteriores son la alimentación y el ejercicio. Aunque no lo crean (yo sé que sí me creen) me siento mucho más saludable a mis 49 que a mis 20, cuando alcancé a pesar 76 kilos, tomaba, fumaba y era sedentaria. Ahora, casi 30 años después, estoy más vital porque no tomo, no fumo, como saludable y hago ejercicio. Tengo una mente más lúcida y muchas ganas de vivir y crear; mientras que esa joven, llena de excesos, apenas tenía energía para sobrevivir a los mismos. 

Es por esto que la idea de vejez está mandada a recoger. Son varias las mujeres, mayores de 70 con una envidiable actitud ante la vida, como Joan MacDonald (75 años), quien cambió su cuerpo, la enfermedad y la depresión por gimnasio y pesas, y lo logró. Pueden constatarlo en su cuenta de Instagram @TrainWithJoan. Me parece genial, pero la verdad no me imaginaría nunca a ninguna de mis dos abuelas, que en paz descansen, con leggins, tops, gafas oscuras, entrenando como Joan. Definitivamente, eran otros tiempos. 

Al principio de la pandemia, el presidente Iván Duque hablaba de las graves consecuencias del Covid para los ‘abuelos’ que deberían quedarse en casa. Fue tal la indignación de los mayores de 70 de ser llamados ‘abuelos’, por considerarla una palabra despectiva, que el mandatario les pidió excusas y, hasta el sol de hoy, no volvió a referirse a ellos de esa forma. 

Es que ya no necesariamente todos son abuelos porque sus hijos optaron por no darles nietos y, en cambio, de premio de consolación, adoptan una mascota. Por no ir más lejos, Amparo Grisales ni siquiera tiene hijos para llegar a ser abuela. En la cola somos muchas más que no tenemos ni hijos, ni nietos, y no pasa nada diferente a que no hay a quién heredarle nuestras deudas. 

Volviendo al principio, los años pasan y van sumando. Obviamente, a mis 49 tengo más pasado que futuro y eso es irrefutable. En La W Radio, Julio Sánchez Cristo, dijo, basado en un estudio, que los 49 eran los años más críticos en la vida, pues no creo que sea mi caso. Nada se compara con lo duro que me dio la adolescencia, etapa en la cual casi me quedo estancada, pero de la que salí adelante con ayuda profesional y de mi familia. 

Me imaginaba diferente la adultez. Pensé que sería otra, que no echaría los mismos chistes malos de siempre, que tendría todo resuelto, y mi vida sería similar a la de la Familia Ingalls (mis contemporáneos me entienden porque sé que también veían esa serie). Pero no, no tengo hijos, ni esposo, ni mascota, debo trabajar para vivir y no precisamente en la pradera, y cada día resuelvo problemas propios de la vida adulta. 

Lo bueno es que sí me dicen que parezco más joven, lo que significa que no lo soy. Pero a ese piropo contribuye, al mismo tiempo, la niña que llevo dentro, que suele aparecer frecuentemente, incluso sin ser llamada. Pero vivo con la conciencia tranquila y en paz, lo que es mejor que cualquier bótox u otra cirugía destinada a detener el tiempo que, a pesar de ser implacable, no es de mi interés retrasar su paso. 





martes, 5 de enero de 2021

Propósitos de Año Nuevo

 




Por: @CamiNogales

Por lo general, días antes de finalizar un año, ponemos toda nuestra esperanza en el año venidero. Pensamos que, por iniciar este nuevo periodo de 365 días, la vida, mágicamente, se transformará, resolveremos nuestras preocupaciones y cumpliremos nuestros sueños porque “este sí va a ser mi año”. El principal propósito de cualquier ser humano, después de estas festividades, y de comer y tomar exageradamente, es bajar de peso y hacer ejercicio. 

Es por esto que, al iniciar un nuevo año, los gimnasios son atestados de gente. De ahí surgió el negocio de vender atractivos planes anuales a estos entusiastas, quienes, en medio de esta euforia, pagan y prometen frecuentarlo a diario. Las dos primeras semanas entrenan como si no hubiera un mañana, pero, a la tercera, este entusiasmo se va diluyendo, lo que se evidencia con excusas como ‘hoy no puedo, tengo mucho trabajo’, ‘está lloviendo’, ‘ya esta semana no pude, empiezo juicioso la otra’ y así sucesivamente. 

Enero y febrero son los meses con mayor flujo de clientes en los gimnasios mientras que, en marzo, dicha afluencia decae y quedan los mismos de siempre, los que no luchan contra la corriente, sino que han hecho del ejercicio parte de su vida y no importa dónde, cómo, ni cuándo, siempre encontrarán la oportunidad para llevar a cabo esta actividad física. 

Quienes deciden bajar de peso no son conscientes de la necesidad de modificar hábitos de por vida. Por lo tanto, en el afán de rebajar en un mes, acuden a dietas extremas y ayunos intermitentes, sin una guía médica, con los que bajan rápidamente, pero que, a su vez, generan descompensaciones y desencadenan desórdenes alimenticios. Como consecuencia, terminan comiendo el triple y recobrando su peso inicial. De este proceso, solo queda la frustración. 

Otros lugares que incrementan sus ventas, en enero, son las librerías, gracias a los lectores potenciales que prometen, por lo menos, leer un libro al mes. Se llevan alrededor de tres libros para empezar, impulso que dura hasta el momento en que llegan a su cama, miran su mesa de noche y se debaten entre tomar el control remoto del televisor o alguno de los libros adquiridos, pero sucumben ante la posibilidad de ver a Danny Larusso y Johnny Lawrence en la tercera temporada de Cobra Kai, a Selena o a 'Luisito' y la 'Chatita' en 100 días para enamorarnos. Con el paso de los días, estos libros se convierten en un ornamento más al que también hay que pasarle el trapo del polvo. 

Una promesa típica es ser más espiritual. Para ese fin, compran libros y cursos de superación personal y meditación. Sin embargo, este propósito se ve interrumpido por el ciclista que se atravesó en el camino, el familiar que se le metió al rancho o el jefe que empezó a joder. Estos ‘seres de luz’ se funden fácilmente porque no han entendido que los cambios vienen de adentro hacia fuera y no al contrario. 

Este año sí conseguiré un trabajo bien remunerado, a la altura de mi perfil profesional, en el cual me realizaré laboral y personalmente, me permitirá tener la calidad de vida que me merezco y por fin seré feliz. En primer lugar, no hay trabajo perfecto y siempre habrá un ‘pero’. Segundo, obviamente uno debe aspirar alto y comprometerse con uno mismo a buscar en lo que le gustaría, pero más allá, el universo se encargará de ponerle o quitarle oportunidades del camino. Tenga en cuenta que aquí la suerte también juega un papel preponderante. 

También conseguiré novio. Este es otro propósito común, pero no hay que buscarlo mucho porque lo puede espantar. En lugar de andar en Tínder, buscándose lo que no se le ha perdido, yo le recomiendo que se lo deje al destino y, si el destino se lo niega, pues viva feliz solo. Igual si no es feliz sin pareja, tampoco lo será con pareja. 

Voy a dejar de fumar, voy a escribir un libro, haré un postgrado, compraré casa…todos estos propósitos hágalos consigo mismo. Cuando decimos todo lo que queremos, nos estresamos por la presión que ejercen las personas a quienes les contamos porque, al involucrarlas, se comportarán como veedoras de nuestros propósitos y serán las encargadas de hacer la evaluación del cumplimiento de los mismos. En caso de incumplimiento, se convertirán en nuestros principales críticos. 

Para evitar esto, es mejor dedicarse a hacer, en lugar de prometer; mostrar hechos cumplidos y dejar de amenazar. Esto no es nada fácil para personas locuaces como yo, pero nos evitaría un dolor de cabeza, producto de  las impertinencias de algunos opinadores. 

Recuerde que, a pesar de sus propósitos de año nuevo en el 2020, muchos de ellos se vieron obstruidos por la pandemia. Esto demuestra que es mejor dejar de planear tanto, tener un norte y estar alerta para ir sorteando lo que no podemos controlar. Para cumplir nuestros propósitos no es necesario cambiar de año, sino crear hábitos que nos permiten cumplir con nuestras metas. ¡Feliz 2021!