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domingo, 25 de diciembre de 2016

Otro año que viene y otro que se va


Por: @CamiNogales

Si leyeron el título de este post cantando, tienen derecho a leerlo, si no, cántenlo y retómenlo.

Si los periódicos hacen balance del 2016, yo no me quedo atrás. Pensándolo bien este año fue muy movido, aunque sigo trabajando “en el mismo lugar y con la misma gente”, como decía mi admirado Juan Gabriel (Q.E.P.D). La tristeza por la salida de muchas personas de mi vida se me pasó rápido cuando se quedaron los únicos que tienen que estar, los verdaderos amigos del alma, los que quiero que estén siempre conmigo.

Bueno dejando a un lado la nostalgia, compré un carro y aprendí a manejar en él, lo que, palabras más, palabras menos, significa que lo estrellé tres veces en menos de un año. Sin embargo, lo positivo es que sobrevivimos, él a mi y yo a él, a pesar del SITP que nos intentó separar definitivamente.

Después de varios talleres de stand-up comedy con Gonzalo Valderrama, terminé haciendo lo que nunca me imaginé, pero siempre quise y, a pesar de las lágrimas que me ha costado este complejo proceso de aprendizaje y de saber que me falta mucho camino por recorrer, me encantó. Mejor dicho, diferente al carro, ahí no hay reversa.

Es la experiencia más retadora que he tenido en la vida por su grado de complejidad, desde la creación de una rutina hasta su ‘delivery’ en donde puede pasar de todo, encontrarse con risas, con caras de culo, olvidarse del libreto, sudar más que en un sauna, sentir que el corazón se sube a la garganta, arrepentirse de estar esperando el turno para pasar en vez de estar en la comodidad de la casa simplemente descansando, sentir que vamos a devolver todo lo que comimos, pero al final está la satisfacción de que sí se puede y que con disciplina todo se logra. Aprendí a admirar a quienes se dedican a la comedia y a respetarlos, nadie se imagina de lo que se trata, hasta que no lo intenta.

A propósito de disciplina, Step Ahead cambió mi mente y mi cuerpo y aunque esto parece PPP (publicidad política pagada), no lo es. Lo que nunca logré en un gym convencional azotándome durante tres horas, lo he logrado en solo una hora. Allí me duele el alma, pero este dolor lo ha compensado el espejo mostrándome resultados que nunca había alcanzado. No solo eso, cada día soy más fuerte y tengo un mejor acondicionamiento físico, así que yo les recomiendo no meterse conmigo. Las básculas en las que me he subido le agradecen a Step Ahead y yo también porque cada día soy menos fat y más fit.

Aunque ya no como carne y me siento más liviana, sigo comiendo cuento, pero lo importante es que ese no engorda. El verano continúa, pero pues ya me acostumbré a vivir en esta estación, para eso se hizo el aire acondicionado.

También aprendí a convivir y a reírme de las historias que me inventan los desparchados que, en vez de vivir su vida, escudriñan la de los demás y lo peor de todo es que lo hacen mal e inventan unos videos tan descabellados como su propia vida.


Lo mejor de todo es que, después de un año emocionalmente difícil, al final todo ha tenido su recompensa y me ha servido para cosas mejores. Agradezco a los que, pese a estos altibajos, aún permanecen. Ahora viene lo mejor y ustedes, que saben quienes son, lo disfrutarán conmigo. Así es la vida, si estuviste en las duras, mereces estar en las maduras.

domingo, 28 de agosto de 2016

Decisiones


Por: @CamiNogales


No soy Periodista por azares del destino, lo soy porque tomé la decisión de estudiar 

Comunicación Social y Periodismo. Tampoco vivo sola porque este era el mensaje que 

contenía una galleta de la fortuna. No fue por obra y gracia del Espíritu Santo que me 

reorganicé después de una separación algo tormentosa. Todo esto ha sido producto de decisiones que he tomado en mi vida.

Obvio hay situaciones o personas en la vida que no llamamos, pero nosotros decidimos quiénes queremos que se queden y quiénes no. Nuestros amigos verdaderos son la familia que construimos y somos nosotros quienes tenemos la potestad de elegirlos. Lo único que no decidimos es el día de nuestra muerte.

La mayoría de seres humanos nos quejamos de nuestro entorno, subestimando la capacidad que tenemos para cambiarlo. La mujer que no se separa, aunque su marido sea un borracho, maltratador, infiel o que, simplemente, no la quiere, es porque ella así lo decidió.

Que él es que me mantiene, cómo voy a dejar a mis hijos sin papá, son solo excusas para justificar su falta de decisión porque a los hijos nunca se les negará el papá y todos estamos en capacidad de ser autónomos. Esas mujeres son muy aburridoras porque se quejan de su marido el 90 por ciento de su tiempo, pero tampoco hacen nada para cambiar y, por lo tanto, ellas mismas son responsables de su desdicha porque así lo decidieron.

El infeliz en el trabajo es otra persona monotemática. Se quejan del trabajo, de sus compañeros, pero siguen argumentando que necesitan el dinero para cumplir con sus obligaciones, lo cual es absolutamente respetable, pero prefieren quedarse con lo seguro, a costa de esta infelicidad diaria.

Nuestro chip es el que nos tiene fregados. Desde pequeños creemos que la felicidad consiste en ser profesional, trabajar hasta pensionarnos, casarnos, tener hijos, carro, casa y beca. Pero, con el tiempo, descubrimos que no es así. Nos desconectamos de los sueños del niño interior porque creemos que, de adultos, que es cuando tenemos la capacidad de cumplirlos, no los merecemos, sino que tenemos que seguir viviendo así, desconectados de lo que verdaderamente pide el corazón.

Lo seguro es lo único que está culturalmente aprobado, pero no nos damos cuenta que todo es incierto. Hoy estoy aquí escribiendo y mañana no lo tengo claro. A veces nada cambia y nos sometemos a la monotonía, culpando a factores externos, sin saber que la decisión de cambios solo está en nuestras manos. Nosotros decidimos si quedarnos o irnos de un lugar en el que no encajamos.

Asumir riesgos no es bien visto. “Por qué renunció a su trabajo…cómo así que se separó…por qué se fue del país si estaba organizada…cómo deja su profesión”.

En lugar de arreglar sus vidas, se preocupan y juzgan a quienes toman decisiones para cambiar el rumbo de su vida y encontrar lo que quieren.

Hay situaciones que se presentan en nuestras vidas sin que las llamemos, pero somos nosotros quienes decidimos si las dejamos ir o no. Quién dijo que no hacer lo que dicen los demás está mal o que después de los 40 hay que resignarse a lo que se le pase por el frente en todo sentido y además, darse por bien servido (en el amor, en el trabajo, en la amistad…)

Un amigo me contó la historia del coronel Sanders quien, después de tantos fracasos en su vida, decidió suicidarse a los 65 años, pero recordó la receta única de un pollo frito y la empezó a vender puerta a puerta. Así fundó Kentucky Fried Chicken y a los 88 se convirtió en multimillonario…si ven que no hay fecha ni calendario que valgan. 


Hasta los 42 años, el escritor, actor y productor mexicano Roberto Gómez Bolaños comenzó su carrera artística como  'Chespirito' y así hay miles de ejemplos que nuestra cuadriculada cabeza nos impide seguir por creer que tenemos que ajustarnos a lo que nos llega y no buscar lo que queremos porque el único camino que tenemos, el único válido y socialmente aceptado, es el de la resignación. Este parece un post de motivación personal y tal vez lo es porque, en mi vida, también ha llegado el momento de tomar decisiones y necesito animarme a hacerlo. Depresión o cambio: uno es quien decide.

miércoles, 10 de agosto de 2016

La malparidez





Por: @CamiNogales


Pensé mucho en escribir el titular de este post, pero la verdad no encontré otra palabra más acorde con este sentimiento poco grato que nos acompaña a los seres humanos en algunos momentos de la vida.

Esa es la visita más impertinente que podemos recibir porque nunca la invitamos, pero igual no le importa y se aparece. La palabra malparidez no forma parte de la Real Academia Española, RAE, pero no necesitamos saber su significado para conocer lo aburrido que es tener un estado de ánimo que no elegimos.

La principal característica es que no hay un detonante en concreto que la cause, simplemente es no querer saber nada de nadie sin motivo alguno. Hace calor y queremos frío; los casados, quieren estar solteros; los solteros, casados; los desempleados, empleados, con el agravante de que estos últimos pelean contra su trabajo. Ese grado de inconformidad es pasajero porque sí, pero si se vuelve una constante, estaríamos hablando de una malparidez crónica.

Conocí a alguien que sufría de este tipo de malparidez, no terminaba de abrir los ojos y peleaba contra el mundo porque sí, porque no y porque también. Si era lunes, era malo; si era viernes, también; y si era domingo, era peor. Se las arreglaba todos los días de la vida para que la malparidez no se fuera de su lado y lo lograba.

Lo mejor de la malparidez, analizando a este personaje, es que atraía situaciones similares a su estado de ánimo y su vida era un círculo vicioso de hechos negativos. Todo lo malo llegaba a su puerta sin el menor esfuerzo, lo que generaba en él y en su entorno más malparidez.

Hacía un negocio, predecía que lo iban a tumbar y fijo, al otro día lo tumbaban. Anticipaba cachos de su pareja y, más temprano que tarde, le pegaban tremenda ‘cachoneada’, decía que le iba mal en el trabajo y hacía hasta lo imposible para que así ocurriera. En fin su vida estaba rodeada, por obvias razones, de ‘malparideces’ y por supuesto de ‘malparidos’.

La malparidez es un estado de ánimo inherente al ser humano y después de hablar con unas amigas, me sentí menos mal porque a ellas se les manifiesta  de forma parecida a mi. Aunque tenemos el clóset lleno de ropa, no encontramos nada que ponernos; nos sentimos gordas, el maquillaje no surte el efecto que queremos, tragamos todo lo que engorda como si no hubiera un mañana, nos volvemos paranoicas y sentimos que todo el mundo está conspirando en nuestra contra, nos miran y creemos que no lo hacen con buenos ojos, sino hablando del gordo que se nos marca, puteamos al que tenga la mínima intención de acercarse, creemos que hasta los que más nos quieren, ya dejaron de hacerlo, odiamos lo que más amamos y no nos hallamos en ningún lado.

Afortunadamente la malparidez es pasajera y recordando a este peculiar personaje, lleno de negatividad, tenía malparidez, pero por el particular desenlace de sus historias, ninguna positiva, he decidido mandarla al lugar que corresponde y hacer caso omiso de su visita. Como dicen por ahí: “es mejor dejarla ir”.      

Además, qué tal que quien creemos que nos está criticando, nos esté admirando; que en lugar de gordas, nos veamos las más ‘mamacitas’, que no todo el mundo traiciona, que hay amigos, personas sinceras que aman y que la ropa se nos vea divina.

La malparidez es nociva para la salud, engorda, envejece, embrutece, ensordece, entristece, acaba con las neuronas, con el colágeno, con la belleza…pero es tan humana que hay que dejarla ser pero eso sí hay que cuidarse que se vuelva crónica como la del personaje aquel, cuyo nombre no quiero acordarme.

martes, 7 de junio de 2016

Aprendiendo a manejar



Por: @CamiNogales 

Nunca me interesó hacer un curso de conducción, a pesar de la insistencia del mundo entero que señalaba que uno debía aprender a manejar porque en cualquier momento se podría presentar una emergencia. Siempre me pareció una bobada hacerlo sin tener en  dónde practicar, tampoco lo haría en un carro ajeno y mucho menos con alguien de la familia para evitar, por obvias razones, conflictos familiares irreconciliables.

El año pasado me dio la locura de comprar un carro sin tener la más mínima idea de prenderlo. Me inscribí en un curso por Internet y me tumbaron de frente, pero eso no fue un obstáculo para conseguir una segunda academia, de la que salí sabiendo lo básico.

Me compré el carro y me encarté. Primero con el crédito y segundo con el carro. Peñalosa me debería agradecer porque, en mi caso particular, el Día Sin Carro ha sido más días de los programados en el año. La primera vez que lo saqué lo hice con una amiga que al darse cuenta que yo no podía hacer ni un pare, me decomisó las llaves.

La segunda fue con unos amigos y casi le rayo todo un lado al intentar sacarlo de un garaje que está diseñado para que los carros no salgan nunca o para que uno se demore el mismo tiempo que espera un SITP en poder salir de allí.

Ese día por la circunvalar vi una camioneta BMW, con la que siempre he soñado, y por estarla mirando casi llego directo a la séptima de una sola voltereta. Con estos antecedentes, no tuve opción diferente a contratar a una persona que me acompañara a manejar y me enseñara algunos tips tan simples como qué hacer para que no se me apagara el carro en cada esquina. Debo decirles que este súper héroe, con nervios de acero, tuvo que hacer un ejercicio físico y mental invaluable.

Sin embargo, una tarde en la que los nervios me jugaron una mala pasada decidimos tomar un café en Starbucks, el cual me costó la módica suma de $172.000 por mal parqueada y un divertido curso en la Secretaría de Movilidad en el que me tuvieron presa durante dos horas.

El susto que me generaba el carro me impedía separarme de mi acompañante, pero la falta de presupuesto me obligó a hacerlo. No quería que ese día llegara, el solo hecho de imaginarme sacando el carro sola me da náuseas, cosquillas en el estómago y ganas de llorar, pero no hubo alternativa.

Salí sola y manejé y empecé a padecer justo en el mismo momento en que la ruta mental para llegar a mi destino no me servía y me perdí. Confiando en mi sagacidad como conductora, seguí manejando y, simultáneamente, buscando una dirección, cuando sonó un golpe que confundí con un atentado, pero no, fue un ‘andenazo’, y el ruido fue culpa de la explosión de la llanta.

Mi carro quedó pata de cumbia y el timón me llevaba hacia la derecha y yo, obviamente, muerta del susto era incapaz de bajarme a mirar qué pasaba, hasta que un señor me detuvo para anunciarme que mi llanta había pasado a mejor vida y que cerca había una bomba. Allí me cambiaron la llanta y finalmente llegué a mi destino.

Cada vez que pienso en volver a sacarlo comienza el proceso de somatización de los nervios y el viacrucis empieza nuevamente en el garaje de mi edificio con “dele toda a la derecha, no, ahora a la izquierda…no tanto porque lo va a rayar…”, luego llego a otro garaje y comienzo nuevamente el proceso con el carro apagado y así sucesivamente.

El otro día el timón me iba ganando la partida y un man se dio cuenta, y como a ellos les encanta el mal de las mujeres en el carro, no aguantó y soltó tremenda carcajada en mis narices, mientras yo soltaba tremendo ‘madrazo’. Por ahí dicen que el que persevera, alcanza, aunque después de pasar el cuarto piso hay que perseverar el triple de lo que se perseveraría en el segundo para este fin, y entonces seguiré insistiendo hasta que Nico Rosberg y Lewis Hamilton sean unos pendejos al lado mío.



martes, 3 de mayo de 2016

El trabajo frustrado


Por: @CamiNogales 


Son pocas las personas que realmente están a gusto con su trabajo, pero tampoco pueden darse el lujo de dejarlo porque lo que necesitan para sobrevivir. Eso es lo triste del tema, la vida es una y solo nos dedicamos a sobrevivir, en lugar de vivir.

Aunque pareciera que estuviera parafraseando a Jorge Duque Linares, esta es la pura realidad. Cantantes, profesores, actores, bailarines, policías y comediantes eran algunos de nuestros sueños que abandonamos por seguir una carrera profesional ‘digna’. Sin embargo, esas frustraciones salen a relucir a cualquier hora, momento o lugar.

El éxito de los karaokes radica en la frustración de todos aquellos que soñaron con cantar y se dedicaron a un mundo opuesto. Y es allá, donde, con unos tragos en la cabeza, se les sale el Carlos Vives o la Shakira que llevan dentro y cantan con el alma como si fueran protagonistas de un concierto en el Madison Square Garden. Claro que esto también se repite en la ducha, en conciertos, en la casa, en el carro o en cualquier lugar donde el frustrado canta como si fuera la última canción de la vida.

Las ganas de pararse frente a un tablero y enseñar, mueren en el mismo momento en el que crecemos, buscamos trabajo y nos damos cuenta de esos sueldos tan miserables que ganan los profesores en Colombia. La vocación llega hasta donde el dinero lo permite y esa es la principal razón de la huida, la cual se pone solo en práctica con los niños de la familia.  

Ser actriz o actor de teatro es el sueño que se acaba en el mismo momento en que nuestros padres dicen que debemos ser alguien en la vida, lo que significa que Leonardo Di Caprio, Hillary Swank o Charlize Theron, entre otros, no son nadie.

Pues ya quisiéramos ser nadie como ellos, pero a quienes caímos ante semejante amenaza nos tocó coger otro camino y ser alguien, con mucha menos plata que los citados anteriormente. Así que nuestro talento histriónico toca aplicarlo en el trabajo, en la casa y con nuestras parejas que es con quienes desarrollamos realmente esas capacidades de gritar, llorar y reír, todo en menos de 10 minutos.

Bailar es un arte que se convirtió en profesión, camino que los reprimidos, a los que les encanta, no fueron capaces de tomar. Esos son los que llenan las clases de rumba de los gimnasios y confunden las sillas de los bares con tarimas. Mueven el esqueleto como si no hubiera un mañana y, al despertar al día siguiente, amanecen con desgarros, espasmos y demás lesiones musculares.

Que levante la mano el que no soñó con ser Policía y con portar ese uniforme, pero le faltó decisión para servirle a la comunidad. Cuando eran niños, querían agarrar a los malos y luchar por la justicia, y ahora que son adultos, los consideran sus victimarios. Ellos son el “costeño tenía que ser” de las profesiones porque siempre serán los culpables cuando detienen a alguien conduciendo ebrio, ponen orden a cualquier alteración del orden público o cogen a un ladrón.

A los que quisieron ser futbolistas y se conformaron con jugar banquitas en el barrio y juegan en canchas sintéticas, lamento informarles que ahora los más millonarios y cotizados en el mundo son los futbolistas. Ellos se contentan en su cama viendo partidos y tirándoselas de directores técnicos, criticando a los futbolistas por jugadas obvias que ellos sí podrían hacer.


Los comediantes frustrados son los que hacen chistes bobos a sus amigos, compañeros de oficina y familiares todo el día, cual estudiantes de bachillerato en pleno salón de clase. Lo que ellos no supieron es que ahora es posible formarse, hacerlo y ganarse un 'platal' por presentación como ha ocurrido con unos cuantos.


Lo cierto es que ahora los frustrados solo lo son porque así lo eligieron, pues cualquier camino que se tome siempre será rentable si hay disciplina y vocación. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Mi defensa de Kate del Castillo







Por: @CamiNogales 

Defenderé a Kate del Castillo, no como abogada porque claramente no lo soy, ni como periodista, sino como mujer, que creció, de forma paralela, viéndola en las novelas de la perubólica. También la defenderé, a pesar de los celos que me produce saber que tuvo un romance con mi amor eterno: Luis Miguel.

Pero bueno, no hablaré del pasado, sino del presente, es decir, del encuentro y de los chats de Kate con el ‘Chapo Guzmán’ que salieron a la luz pública a raíz de la captura de este narcotraficante. Pues resulta que la mala del paseo terminó siendo ella y no él. Todas las mujeres estaban indignadas al leer las conversaciones, previas al encuentro, porque denotaban cercanía de la actriz con el delincuente.

La postura más cómoda en la vida es la del indignado. Desde la sala de la casa es muy fácil criticar a los demás y referirse a cada una de las situaciones por las que nunca han pasado. A quién no le hubiera gustado tener los derechos de “Escobar, el patrón del mal”, cuyo éxito y rating de la serie habló por sí solo y de la rentabilidad de la misma, pues ni hablar.

Pues sí, para que les dé más envidia ‘El Chapo’ le  entregó a Kate el poder para ser su representante legal en cualquier proyecto biográfico, que incluye la negociación y recepción de pagos. Si a ustedes se lo entregan y adicional tienen una productora, ¿le habrían dicho que no?

La vida de esos grandes capos genera altos ingresos porque despierta sentimientos encontrados, curiosidad y pasiones, entre otros, que atrapan a los televidentes. Es un éxito garantizado. El éxito de esas producciones no llega solo, es consecuencia de quienes lo ven, pero ahora resulta que los televidentes son los buenos y los malos los que adquirieron estos derechos.

A Kate le han atribuido falta de valores, de ética, por las conversaciones tan cercanas con ‘El Chapo’ porque el man le echó los perros y, de acuerdo con las mismas, ella le correspondía. La mayor controversia comenzó con la frase que él le dijo: Te cuidaré más que a mis ojos”, a lo que Kate respondió: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado”. Ahí sí salió todo el mundo a denigrar de la pobre.

Pero puede ser verdad, teniendo en cuenta sus dos fracasos matrimoniales y que a una actriz famosa, bonita y exitosa ningún hombre se le acerca por temor…igual somos mujeres y necesitamos afecto y sentirnos queridas, así que me imagino a una de las mojigatas que no las mira ni un gato el día que llegue un man (el que sea) y les diga algo semejante…morirán de amor.

A la gente más allá de importarle el tema de si ella hizo algún negocio con el capo o no, está pendiente es de si tuvo relaciones con él. Ella también tiene sus derechos y necesidades básicas por satisfacer, si a ustedes les parece muy feo, a ella pudo no haberle parecido. No solo los bonitos tienen derecho a gustarle al prójimo. Ella no es casada, no tiene hijos, así que puede hacer lo que quiera, con quien quiera y eso no es asunto de nadie.

Se burlaron del Chapo porque se operó los genitales para mejorar su rendimiento sexual y pues yo no le veo nada de malo. Casi siempre son las mujeres las que se someten a cirugías estéticas para poder complacerlos a ellos, pues ya era hora de que un hombre hiciera lo contrario.

Yo lo que veo, detrás de tantas críticas con argumentos tan superficiales, son puras viejas envidiosas porque no han podido protagonizar La Reina del Sur, ni tienen el talento que ella tiene, la plata y mucho menos su belleza.

domingo, 31 de enero de 2016

Lo que todos quieren saber



Por: @CamiNogales 



Cuando uno pasa el cuarto piso y está soltero sin hijos, despierta sospechas en el prójimo. Todo el mundo especula sobre el por qué del estado civil y se preocupa porque no tuvimos hijos, brindando una serie de soluciones a lo que ellos llaman ‘problemas’.

La solución al primero es acudir a Internet, donde todas las mujeres que no lo lograron en la vida real, consiguen marido extranjero, se van del país y están “de lujo”. La salida al segundo tema, en caso de no resolver el primero, es salir con un man bien churro y esa misma noche hacer el hijo, del cual él no sabrá de su existencia.

La segunda opción sería la inseminación artificial y si este cuerpecito no da pa' más, pues tocaría la adopción. Cabe reiterar que todos estos consejos me los han dado sin pedirlos.

“¿Por qué no te casaste? ¿No te aburres sola? ¿Si te gustan tanto los niños, por qué no tienes hijos?” Esas son las preguntas a las que me enfrento cada vez que tengo la opción de hablar con alguien. No me molestan, pero la verdad no sé cómo responderlas. También sé que hay una que no me hacen, pero que la piensan. “¿Será que no tiene ni marido ni hijos porque es gay?”

Empiezo respondiendo la última. Amo los hombres y no tengo nada en contra de las lesbianas, pero no lo soy. No me he casado porque a mi vida no ha llegado ese gran amor con el que uno quisiera compartir lo que queda de este camino. No tengo hijos por la razón anterior y, aunque muero por los niños, me hubiera gustado tenerlos con un papá al lado, así que no acudiré a ningún mecanismo diferente para ser mamá. Lo que nos toca no es igual para todos y ser diferente no significa que sea deprimente.

¿Me aburro sola? A veces, pero eso también pasa acompañado. Que si me gustaría que alguien me lleve el desayuno a la cama, pues obvio que sí. Pero pues si no hay nada, no pienso en eso. Simplemente vivo plenamente este momento, dedicada a mi, a mi familia, a mis amigos, a lo que la vida me ofrece en el presente, que no es menor por el hecho de no tener esposo e hijos.

Es lo que tengo y lo que disfruto. Ser soltero no es sinónimo de amargura, es simplemente una forma de vida, al igual que otra, y no es mi mayor preocupación. Por lo que sí trabajo, a diario, es por encontrar paz en mi corazón, por sanar a esa niña que llevo dentro y acompañarla a crecer.

Esa es mi misión de hoy y no estar buscando, desesperadamente, con quién compartir mi vida. Ya llegará y si no, no pasa nada diferente a que seguiré viviendo intensamente cada segundo que Dios me da en la tierra.

Todos queremos amar y ser amados, pero el amor propio es el que nos permitirá encontrar un complemento y no a quien nos llene esos vacíos emocionales que solo son de nuestra competencia. El amor mueve el mundo y yo amo a cada ser humano que pasa por mi vida y que me enseña algo nuevo para crecer.

Ahora todo será más fácil para mí y a quien me pregunte, solo le enviaré el link de este post.